“Bendecir al amigo a gritos y de madrugada es lo mismo que lanzarle una maldición” (Proverbios 27:14).
Rubén Darío (1867-1916), el reconocido poeta nicaragüense, cuenta que, en 1903, durante uno de sus viajes por Europa del este llegó a Budapest (Hungría) acompañado de Felipe López. De pronto, se les acercó un hombre que les habló en francés y amablemente les aseguró que, gracias al buen trato que había recibido en Francia, había decidido tratar bien a todo extranjero que llegara a Hungría. Así que los llevó a conocer brevemente la ciudad y les aseguró que deseaba ser su amigo. A los pocos minutos, misteriosamente apareció un caballero que dijo ser un próspero empresario, quien los invitó a degustar algunos platos nacionales que se ofrecían en un lugar especial. Se sentaron lejos de los demás clientes y les sirvieron una extraña bebida. López le dio un sorbo, pero Darío no quiso beber. Al poco tiempo, López comentó que la bebida tenía un narcótico. Después les dijeron que era tiempo de jugar “el reloj”, un popular juego de cartas. Como por encanto, apareció una baraja. Al principio, López y Darío empezaron a ganar un buen número de florines. Pero después perdieron todo lo que habían ganado y mucho más. Para ese momento, la situación era muy delicada, así que Rubén Darío comentó que era tiempo de marcharse. Los anfitriones se molestaron mucho y asumieron una actitud amenazante. Pero Darío les explicó que debían ir por más dinero a su hotel y volverían al día siguiente. Los hombres se tranquilizaron y los dejaron partir. Al llegar al hotel, el dueño de establecimiento les dijo: “De buena se han librado ustedes. Esos pillos deben pertenecer a una banda que ha robado y hecho desaparecer a varios extranjeros, cuyos cuerpos apuñalados se han encontrado en las aguas del Danubio”.
Hay personas que se acercan a nosotros por los beneficios que pueden obtener. Toda la amabilidad que nos ofrecen se da en función de su propio bien. Puede que busquen un poco de aceptación, popularidad o incluso dinero (si es el caso). Además, asumen actitudes exigentes y abusivas hacia quienes supuestamente consideran sus “amigos” obligándolos a participar de actividades que a los otros les resultan incómodas. Y claro, cuando ya no somos útiles, nos hacen a un lado y nos ignoran.
Un verdadero amigo edifica tu vida y no se acerca a ti por puro interés. Tampoco te conduce a situaciones arriesgadas que pueden poner en peligro tu propia vida.
Hoy pide al Señor que te ayude a mantener amistades genuinas y edificantes.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
¡RENUÉVATE!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018