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viernes, 22 noviembre, 2024

El legado de Juan Hus

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“La luz de los justos brinda alegría; la lámpara de los impíos languidece” (Proverbios 13:9).

La zona de Praga, situada en el reino de Bohemia (hoy República Checa), en la parte oriental del imperio, llegó a convertirse en uno de los grandes centros intelectuales y eclesiásticos europeos del siglo XIV. Hasta allí llegaron las tesis teológicas de Juan Wiclef, para ser leídas y debatidas por los eruditos. Uno de ellos fue Juan Hus (1370-1415). Este hombre nació en el seno de una familia humilde, pero muy devota. Desde niño mostró gran capacidad intelectual, así que cuando llegó a la universidad, se distinguió como uno de los mejores alumnos. Al finalizar sus estudios, ingresó en el sacerdocio, pero al poco tiempo fue llamado a servir en la corte del rey. Fue nombrado catedrático y, más tarde, rector de la Universidad de Praga.

Hus consideraba la Palabra divina como la única autoridad para orientar la vida de los seres humanos. Asimismo, se oponía a las estructuras jerárquicas de la iglesia y atacaba la práctica de las indulgencias, siguiendo las ideas de Wiclef. Por aquellos años, un fuerte cisma (conocido como “el cisma de Occidente”) fracturó al papado, lo que ocasionó que hasta tres papas se disputaran el poder. Eso favoreció a Hus para que, al menos durante unos años, pudiera predicar con tranquilidad. Sin embargo, en 1415 fue convocado al Concilio de Constanza. Para que no hubiera sospechas, el emperador Segismundo le extendió un salvoconducto para proteger su vida.

Hus decidió asistir, aunque era consciente de que podía morir. Al poco tiempo de llegar a Constanza, fue arrestado. Los enemigos del reformador convencieron el emperador de que “no había que guardar la palabra empeñada con herejes”. Así que, tras instarlo a retractarse infructuosamente, el concilio condenó a Hus a muerte. El 6 de julio de 1415, Juan Hus fue conducido a la hoguera. No se escuchó ni una queja de sus labios, más bien entonó cantos y alabanzas hasta que las llamas apagaron su voz.

Cuando la noticia de la muerte de Hus llegó a Bohemia la indignación fue muy grande. Pero la semilla sembrada por este siervo de Dios hizo que mucha gente siguiera sus enseñanzas. Asimismo, cientos de jóvenes tomaron el ejemplo de su maestro y estuvieron dispuestos a proclamar las buenas nuevas de salvación a costa de sus propias vidas.

Juan Hus usó su inteligencia para honrar a su Padre celestial, beneficiar al prójimo y ser una buena influencia en la sociedad. Sus ideas transformaron el mundo y sentaron las bases para el futuro desarrollo de la Reforma protestante.

Tú también puedes ser una influencia diferente y usar tu vida para ser una bendición para los demás.

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Alejandro Medina Villarreal

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