QUEVEDO. Oscar Estibel lleva 23 años recorriendo las vías del Ecuador.
El profesional sabe que su trabajo es primordial para la movilización ciudadana, pero sobre todo sabe que de él depende que cada viajero llegue a su destino feliz, sano y salvo.
Su jornada empieza a las 03:30 y lo primero que hace es encomendarse a Dios.
Sin embargo, la preocupación se apodera de él cuando llueve, pues teme que le ocurra algún accidente.
Estibel agradece a Dios que hasta el ahora no ha sido víctima de la delincuencia ni ha tenido ningún evento violento, por lo que hoy es uno de los pocos conductores que puede contar su historia sin lamentarse.
El abrazo de su esposa y la sonrisa de sus hijos es lo que le alegra día a día y, por ellos, continúa levantándose a trabajar para que nada les falte, pese a que en ciertos momentos como los días feriados no puede estar con ellos