“Las enseñanzas del sabio son fuente de vida; pueden librarte de los lazos de la muerte” (Proverbios 13:14).
El 27 de octubre de 1962 se produjo uno de los incidentes más peligrosos de la historia de la humanidad. En el marco de la llamada “crisis dé los misiles”, un grupo de acorazados de la Marina de los Estados Unidos, encabezado por el portaaviones USS Randolph lanzó cargas de profundidad cerca del submarino soviético B-59, que se encontraba allí para proteger a los buques soviéticos que se aproximaban a la isla de Cuba. Los estadounidenses ignoraban que el submarino llevaba armas nucleares. Ante las constantes explosiones, la temperatura empezó a subir en el interior del sumergible, sobre todo en la sala de máquinas. Después, el submarino se quedó a oscuras, únicamente con las luces de emergencia. El dióxido de carbono del aire alcanzó niveles muy peligrosos. Los marineros apenas podían respirar y varios perdieron el conocimiento. El pánico se apoderó de casi todos. El capitán, Valentín Savitski, trató desesperadamente de comunicarse con el Estado Mayor General, pero no lo consiguió. La tensión llegó a su máximo punto. Así que llamó al oficial encargado de torpedos nucleares, le ordenó prepararse para la batalla y gritó:
-¡Puede que la guerra ya haya empezado ahí arriba mientas nosotros no dejamos de dar saltos mortales aquí abajo! ¡Los vamos a hacer saltar en pedazos ahora mismo! ¡Vamos a morir, pero los vamos a hundir a todos! ¡No vamos a deshonrar a la Marina!
A bordo iban tres oficiales: el capitán Savitski, el oficial político Ivan S. Maslennikov y el segundo comandante Vasili Arjipov. Los tres tenían autorización de lanzar el torpedo nuclear si acordaban hacerlo por unanimidad. En ese momento, se inició una fuerte discusión en la que solo Arjipov se manifestó en contra del lanzamiento. Al final, el comandante convenció a su superior de que no iniciara por su cuenta una guerra nuclear, emergiera el submarino y esperara instrucciones de Moscú. Aquel hombre evitó una catástrofe de dimensiones espeluznantes.
Hay momentos en la vida en los que no parece haber otra salida que la hostilidad y la discrepancia, no obstante, aun bajo situaciones extremas, es necesaria la moderación y la cordura. En dichas circunstancias, las palabras de un sabio salvan vidas, conducen a decisiones prudentes y ofrecen propuestas esperanzadoras. Los buenos consejos de un hombre sensato resultan en una bendición para los demás. Su influencia perdura a lo largo de los años.
Hoy pide al Señor que te ayude a aprovechar el tiempo y te motive a escuchar buenos consejos que hagan de ti un mejor cristiano.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
¡RENUÉVATE!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018