La dura realidad que enfrentan familias como la Bone-Zambrano y la Castro-Zamora en Ecuador refleja una crisis económica que está golpeando fuertemente a los hogares más vulnerables.
En el cantónQuevedo, la búsqueda de un uniforme escolar se convierte en un acto cargado de preocupación y sacrificio para estos padres, quienes luchan día a día por brindar lo mejor a sus hijos en medio de un panorama desafiante.
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Para la familia Bone-Zambrano, la tarde del lunes 6 de mayo de 2024 marcó una salida crucial: dirigirse al centro de Quevedo para adquirir el uniforme escolar de su hijo.
Un gesto que para muchos pudiera parecer cotidiano, pero que para ellos representa un peso económico adicional en medio de una situación financiera ya precaria.
La compra de un uniforme, con sus distintas prendas y accesorios, se convierte en un desafío ante la falta de recursos suficientes.
Gastos
La historia se repite con los Castro-Zamora, quienes se vieron imposibilitados de enviar a sus hijos al inicio del año escolar por la misma razón: la falta de recursos para adquirir los elementos básicos para la educación.
César Castro compartió con el Diario ALDIA la realidad de su familia, destacando que el costo promedio por niño para adquirir el uniforme completo, incluyendo los zapatos de calidad más económicos ($15), ascendía a unos 60 dólares. Una cifra que, para muchas familias, se torna inalcanzable en medio de la crisis.
La situación se agrava para, ya que tienen un hijo que estudia en una institución educativa internacional, donde pese a tener media beca, los costos de los uniformes alcanzan cifras aún más elevadas (115 dólares).
Cecilia Zamora, trabajadora incansable en una empresa, relata los desafíos diarios para llegar a fin de mes. «Se ve y se desea», confiesa, describiendo la angustia que siente al enfrentarse a deudas de pensiones escolares del año pasado y las nuevas obligaciones del presente año. El sueño de proporcionar una educación digna a sus hijos se ve amenazado por la incertidumbre financiera que enfrenta.
Estas historias son solo una muestra del panorama desolador que atraviesan miles de familias ecuatorianas, enfrentando no solo la crisis económica generalizada, sino también las dificultades específicas relacionadas con el acceso a la educación de calidad para sus hijos.