Este 1 de febrero, la Universidad Técnica Estatal de Quevedo celebra 41 años de su creación, un hecho que transformó la historia de la educación superior en la provincia y la región. Para conocer más sobre este importante proceso, conversamos con el Dr. Marco Cortés Villalba, líder visionario, que, como primer rector, fue pieza clave en esta lucha histórica.
¿Cómo inició la lucha por la creación de una universidad para Quevedo?
En 1975, recibí la invitación de un grupo de ciudadanos para formar parte de las gestiones que buscaban la creación de una universidad para Quevedo. Así nació el Comité Ejecutivo Pro Universidad, presidido inicialmente por Narcilo Díaz. Sin embargo, tras su renuncia, asumí la presidencia y me comprometí de lleno con esta causa.
Durante nueve años, nos mantuvimos firmes a pesar de los innumerables obstáculos que eran propios de aquella época, donde la educación superior no era una prioridad para las autoridades nacionales. A pesar de ello, trabajamos incansablemente, sin esperar nada a cambio, guiados por el amor a nuestra ciudad y la profunda convicción de que la juventud de Quevedo merecía oportunidades de desarrollo.
¿Cuáles fueron los principales hechos que marcaron en este proceso?
En 1976, logramos la creación de una extensión de la Universidad «Luis Vargas Torres» en Quevedo, lo que facilitó el acceso a la educación para los jóvenes que debían trasladarse a Esmeraldas.
En 1979, conseguimos que el Congreso Nacional, presidido por Assad Bucaram, aprobara la creación del Instituto Superior de Agricultura. Sin embargo, la alegría duró poco, ya que el presidente Jaime Roldós vetó el proyecto. A pesar de ello, seguimos adelante.
Finalmente, el 18 de enero de 1984, después de años de trabajo y perseverancia, el Congreso Nacional, bajo la presidencia de Gary Esparza, aprobó la Ley de Creación de la Universidad Técnica Estatal de Quevedo. El presidente de la República, Dr. Oswaldo Hurtado, promulgó la ley, y dispuso su publicación en el Registro Oficial No. 674, el 1 de febrero de ese mismo año.
Usted fue el encargado de estructurar la universidad. ¿Cómo afrontó este reto?
Afrontar este reto fue un compromiso enorme y una experiencia sumamente gratificante. Desde febrero hasta agosto de 1984, que fue el tiempo que dispuso el decreto legislativo, trabajamos para dejar a una universidad que estuviera a la altura de las expectativas de nuestra comunidad. Sabíamos que no podíamos fallar.
Convocamos al periodo de matrículas, nombramos docentes con alta formación, seleccionamos personal administrativo capacitado y diseñamos un pensum con modelos de excelencia, como el de la Universidad de Monterrey, de México. Dejamos rentas propias y, además, gestionamos recursos económicos que, por ley, reciben las universidades del país.
Entregamos una estructura con 37 aulas, una villa destinada al rectorado y personal administrativo, 5 hectáreas de terreno donde actualmente funciona la universidad, la hacienda La Represa con 48 hectáreas y un hato ganadero de 112 reses. Trabajamos con objetivos claros con voluntad firme, siempre a favor de Quevedo
Pero no se trataba solo de infraestructura y gestión. También nos enfocamos en construir una identidad para la UTEQ. La Dra. June Guzmán, con su talento, diseñó el logo de la universidad que aún perdura como símbolo de nuestra visión. Cada decisión estuvo guiada por un único objetivo; garantizar que esta universidad ofreciera oportunidades reales para nuestra gente. Fue un proceso arduo, pero cada esfuerzo valió la pena.
¿Qué papel jugó la comunidad en este proceso?
Desde el inicio, la comunidad desempeñó un papel fundamental. Su apoyo fue constante e inquebrantable. Todos sabíamos que la creación de la universidad era una necesidad impostergable para el desarrollo de Quevedo.
Cuando llegó el momento de la primera Asamblea Universitaria, realizada el 2 de agosto de 1984, presenté el informe de todas mis actividades realizadas hasta esa fecha a las autoridades universitarias electas. Este informe, recibido por el rector designado, Ing. Carlos Cortázar González, reflejaba el arduo trabajo y el compromiso colectivo que hizo posible este logro histórico.
¿Hoy en día, cómo percibe el impacto de la UTEQ?
Ver a tantos jóvenes que han pasado por sus aulas y que ahora contribuyen activamente al desarrollo de nuestro país es, sin duda, la mayor recompensa. La universidad se ha convertido en un símbolo de progreso, en un recordatorio de que cuando trabajamos unidos, podemos superar cualquier obstáculo. Es emocionante pensar que algo que nació como un sueño ahora forma parte de la vida de miles de personas.
¿Qué mensaje les dejaría a las nuevas generaciones que hoy disfrutan de la UTEQ?
Les diría que no olviden nunca de dónde viene esta universidad y el esfuerzo que costó construirla. Cada estudiante que camina por sus pasillos es el resultado de años de sacrificio, de un esfuerzo colectivo que nunca se rindió.
Nosotros hemos cumplido con el deber cívico de dar a Quevedo su propia universidad. Los hombres somos pasajeros, pero las instituciones son eternas. Ahora, les corresponde a ustedes seguir construyendo un futuro mejor para Quevedo y para el país.