“No quieras llenarte con sus deliciosos platillos, porque son un pan engañoso” (Proverbios 23:3).
“¡La comida es un engaño!”, me dijo el hombre mirándome fijamente a los ojos. “Dondequiera que uno va le venden basura como alimento a la gente”. Aquel caballero había cambiado su estilo de vida después de haber estado a punto de morir. Ahora gozaba de una buena salud. Así que sus palabras me hicieron pensar.
Uno de los grandes enemigos del corazón humano es el azúcar. Hasta hace tiempo, el azúcar no era un producto con la importancia que hoy tiene. Antes se ponía azúcar en el té o el café. Asimismo, el azúcar era para los pasteles. Pero después de la Segunda Guerra Mundial la industria azucarera se dio cuenta de que podía fabricar dulces para consumir entre horas. Los fabricantes percibieron que a la gente le gustaban los productos dulces. Con la mezcla de materia grasa y azúcar, además de una pizca de sal, tenían la receta perfecta, ya que a todo el mundo le agradaba. Hoy casi todos los alimentos tienen azúcar. Se encuentra en muchas bebidas y alimentos que se consumen habitualmente. El 80% del azúcar que consumimos está oculto en muchos alimentos que se consideran parte de la dieta cotidiana: cereales industrializados, mermeladas, pan, yogures, leche condensada o alimentos preparados.
Por si fuera poco, la publicidad pretende convencer de que el azúcar es símbolo de la felicidad. La alegría en el rostro de quienes consumen refrescos, caramelos, helados, galletas, pastelillos o tartas es envidiable. Lo cierto es que el azúcar es una auténtica droga, que produce tanta adicción como el alcohol o el tabaco. Hoy los médicos están alarmados con el problema. Hasta hace poco se creía que el azúcar solo producía caries, pero hoy se reconoce que es un serio causante de la obesidad. No obstante, el poder que ha adquirido la industria azucarera le permite patrocinar estudios que minimizan los terribles efectos del consumo de azúcar.
Nuestro paso por este mundo es muy breve. Por eso es mejor cuidar la salud que el Señor nos ha dado. No vale la pena arriesgarnos siguiendo un estilo de vida que destruya nuestro bienestar. No hagas caso de los mensajes publicitarios que pretenden convencerte de que comiendo de manera irresponsable vas a ser más feliz. Eso es un engaño.
Hoy pide al Señor que te ayude a seguir un estilo de vida saludable.
Devoción matutina para jóvenes 2018
¡Renuévate!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018