“Hay tres valientes, y hasta cuatro, que tienen un paso airoso: el león, el animal más terrible, que no huye ante nada ni ante nadie; el gallo orgulloso, el macho cabrío y el rey que marcha al frente de su ejército’’ (Proverbios 30:29-31, DHH).
Alejandro III de Macedonia (356-323 a.C.), más conocido como Alejandro Magno, fue uno de los líderes militares más brillantes de la historia. Desde niño mostró interesantes rasgos de personalidad: energía, sensibilidad y ambición. Se dice que a los dieciséis años tuvo que repeler una insurrección; Aristóteles, el eminente filósofo y maestro del príncipe, le dijo que aún era prematuro participar en luchas armadas, a lo que el muchacho respondió: “Si espero perderé la audacia de la juventud”.
A la muerte de su padre, Filipo II, Alejandro ascendió al trono e inició su invasión de Asia Menor en 334 a.C. con un ejército de cuarenta mil hombres. La forma de motivar a sus soldados y la capacidad de ir siempre al frente de sus batallones lo hacía un líder irresistible. Las victorias se sucedían una detrás de la otra. Pero el momento crucial llegaría el Ia de octubre de 331 a.C. en ocasión de la batalla de Gaugamela, a unos 27 kilómetros de la actual Mosul (Irak). El poderoso ejército medopersa contaba con más de doscientos cincuenta mil efectivos, e incluía escuadrones de infantería, mercenarios, caballería, arqueros, carros falcados y elefantes de guerra. Del otro lado, el ejército macedonio contaba con siete mil jinetes y cuarenta mil infantes. Pero los movimientos del ilustre monarca heleno abrieron los flancos persas y ocasionaron la huida de Darío III, ante lo cual su ejército abandonó el combate. Aquella derrota marcó el final del Imperio medopersa. A partir de entonces, Alejandro llegó a ser el soberano del Oriente.
Desde una perspectiva numérica, Alejandro tenía pocas posibilidades para derrotar a sus enemigos persas, sin embargo, el líder griego tenía la “audacia de la juventud”, que lo motivaba a perseverar en el alcance de sus metas. Es cierto, la audacia de la juventud puede impulsar a un joven a realizar sueños que parecen difíciles de alcanzar: obtener una beca a través del colportaje para estudiar en una universidad cristiana, iniciar tu propio negocio, casarte con la persona que amas o trabajar en otro país.
¿Acaso eres de los que tiene pocas posibilidades de alcanzar sus sueños en este mundo? Pues bienvenido al club. Pero tienes una gran ventaja: la audacia de la juventud. ¡Aprovecha este momento!
Este día pon tu juventud en las manos de Dios para que él te ayude a aprovechar esta maravillosa etapa de la vida.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
¡RENUÉVATE!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018