“El hijo sabio hace feliz a su padre; el hijo necio hace infeliz a su madre” (Proverbios 15:20).
¿Alguna vez te han dicho que eres una hija o hijo
desagradecido? Lo cierto es que pocos hijos piensan en sus padres, salvo cuando
se celebra el Día de la Madre o del Padre, en el mejor de los casos. A veces
encumbran a sus progenitoras como verdaderas gladiadoras de la vida, pero
después viene un cruel y cotidiano olvido. Nunca olvidaré las palabras de una
experimentada mujer que me dijo con gran seguridad: “A veces lo único que uno puede
hacer por los hijos es llorar y orar”.
Paradójicamente, miles de jóvenes afirman sufrir una asfixiante soledad y
reclaman que nadie los entiende en sus desafíos personales. Muchos de ellos
viven una orfandad voluntaria. Es decir, por su propia decisión, han decidido
ignorar el consejo de sus padres y desatender las palabras de sus madres, dando
mayor crédito a sus amigos y compañeros de escuela. Han desautorizado a sus
padres como sus orientadores, negándose a escuchar el consejos de los que ya
han recorrido el camino que ellos transitan hoy. Tal vez por eso vemos
actualmente una juventud cada vez más deshumanizada, indiferente al dolor y
llena de perplejidad ante el futuro. Falta ella. Falta la tenue voz que te
dice: “No te preocupes hijo, confía en Dios. Todo saldrá bien”.
¿Qué hay de ti? ¿Te sientes solo? ¿Te agobian los problemas y no sabes cómo
resolverlos? ¿Acaso tienes dudas que estremecen tu vida? Es posible que la
convivencia diaria con tus padres y los vaivenes de la vida hayan afectado tu
relación con ellos. Pero créeme, muchas veces los padres tienen grandes
respuestas a nuestras dificultades personales. Nunca voy a olvidar el día que
decidí comprar una vivienda. Tenía mucho miedo y dudas sobre la financiación.
Entonces, apareció mi padre con su gran sabiduría. Yo le conté la situación y
observé cómo se le iluminó el rostro. Se sentía muy feliz de orientarme en esta
cuestión. Así que hice lo que me dijo y las cosas resultaron muy bien.
La gran recompensa de los padres es ver felices a sus hijos. Y harán cuanto
puedan por lograrlo, aunque no siempre sigan los caminos más prudentes. Por
eso, hay que tomarlos en cuenta para resolver nuestros problemas y coadyuvar a
su felicidad.
Acércate a tus padres. No tienes por qué sentirte solo ni abandonado. Cambia de
actitud y búscalos. No dejes que el orgullo te mantenga en la orfandad
voluntaria.
Hoy es un buen día para que los hagas felices, no importa dónde estén.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
¡RENUÉVATE!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018