“El temor del Señor infunde plena confianza, y da esperanza a nuestros hijos” (Proverbios 14:26).
Año tras año es la misma historia. Cientos de padres se esfuerzan para que sus hijos estudien en “una buena escuela” o, más bien, una “superescuela”. Y claro, aparece una diversidad de ofertas educativas. Hay para todo tipo de clientes: desde las que ofrecen los aprendizajes tradicionales, como idiomas extranjeros, deportes, música, religión, hasta las que aseguran “inyectar” en los niños aptitudes de liderazgo empresarial.
En el fondo del tema de la educación se encuentra un asunto verdaderamente estremecedor: muy pocos padres están dispuestos a cumplir con sus responsabilidades educativas. El Dr. Ben Carson lo dice de la siguiente manera: “Hay demasiados padres y madres biológicos que han renunciado a su función de cuidadores, protectores, rectores, instructores, inspiradores, alimentadores y guías y que delegan todo eso a las niñeras, las iglesias, los grupos de padres, los medios de comunicación o la sociedad en general. Esa irresponsabilidad pone a sus hijos en riesgo, y también el futuro de ellos” (Ben Carson, Corre el riesgo, Miami: Editorial Vida, 2009, p. 198).
Carson toca una fibra muy sensible que resulta sumamente incómoda en este tiempo. ¿Acaso toda la responsabilidad educativa descansa únicamente en la escuela? ¿Qué sucede con la familia, por ejemplo?
Elena de White dijo hace varios años que la familia representa “el mayor agente educativo”, ya que es ahí donde el niño aprenderá lecciones de respeto, obediencia, reverencia y dominio propio, entre otras, que habrán de conducirlo el resto de su vida (Consejos para los maestros, p. 103). El problema es que hoy millones de padres -ya sea por motivos de trabajo, por escasez de recursos económicos, por ignorancia, por sus desastrosas condiciones emocionales, entre otras- se niegan a reconocer su función como agentes educadores. ¡Si para eso están las escuelas! ¡Por eso los enviamos a excelentes instituciones educativas! Lo cierto es que ninguna escuela, ni aun aquellas que se cobijan bajo el paraguas de la fe cristiana, puede sustituir a unos padres responsables.
¿Qué hay de ti? ¿También estás buscando una superescuela que te garantice un buen futuro? Es muy cómodo depositar toda la responsabilidad en una escuela (especialmente si es cristiana), pero eso no es justo. La indiferencia, la rebeldía o las malas actitudes de tu parte desactivan los mejores esfuerzos de tus maestros para facilitar el aprendizaje. Ahí es donde elementos como el respeto, la obediencia y el dominio propio marcan la diferencia en la adquisición de conocimientos. Y eso lo aprendes en tu casa.
Este día ruega al Señor que te ayude a dar lo mejor en tus estudios.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
¡RENUÉVATE!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018