“El Señor aborrece las ofrendas de los malvados, porque las
ofrecen con malas intenciones”
(Proverbios 21:27, DHH]
Jorge Mario asistió a instituciones educativas religiosas de
Bolivia y Perú durante toda su infancia. Sin embargo, algo le sucedería a los
doce años de edad, cuando al final de un curso escolar tuvo que ir a recoger su
libreta de calificaciones al colegio. De pronto, apareció el hermano Leoncio,
un anciano con fama de cascarrabias, pero que aquella mañana se mostraba
bastante risueño. Le pidió que lo acompañara porque quería mostrarle algo. Lo
condujo al último piso del colegio, donde estaban las habitaciones de los
clérigos. Ambos entraron en el dormitorio del religioso, quien abrió la puerta
de su armario y sacó una revista con mujeres desnudas. El joven sintió una
enorme vergüenza y sorpresa. El viejo sonrió y le preguntó si conocía este tipo
de material. El chico negó con su cabeza mientras lo miraba con desconfianza.
Pero cuando el hombre trató de tocarle, Jorge Mario empezó a gritar:
“¡Suélteme! ¡Suélteme!”, y salió corriendo. Gradualmente, dejó de interesarse
en Dios y en la religión. Un par de años más tarde confesaría: “Yo no creo, soy
un ateo”.
Aquel joven se convertiría en el famoso escritor Mario Vargas Llosa, premio
Nobel de Literatura del año 2010. Sobre el tema religioso, escribiría muchos
años después: “Una enseñanza religiosa no sectaria, objetiva y responsable […]
es indispensable si se quiere que la cultura no degenere al ritmo que lo viene
haciendo y que el mundo del futuro no esté dividido entre analfabetos
funcionales y especialistas ignaros e insensibles” (Mario Vargas Llosa, La
civilización del espectáculo, México: Alfaguara, 2012, p. 185].
Un colegio es un lugar de protección y formación, nunca la guarida de un
delincuente para lastimar a los niños. Pero a veces se filtra un lobo vestido
de oveja para hacer daño. Un ataque de esta naturaleza puede destruir la
infancia y la vida espiritual de una persona. Pero aun en esas circunstancias,
el Padre celestial puede ayudarnos a superar cualquier situación. Gracias a él,
“te olvidarás de tus tristezas, o pensarás en ellas como el agua que pasa” (Job
11:16], La vida tiene mucho más que ofrecernos. La tristeza no tiene por qué
adueñarse de nosotros, como dijo el salmista: “Tú cambias mis lágrimas en
danza; me quitas la tristeza y me rodeas de alegría” (Salmo 30:11],
Hoy pide al Señor que te ayude a superar cualquier experiencia negativa que
hayas tenido en el colegio y que llene tu vida de satisfacción.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
¡RENUÉVATE!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018