«Atiende la instrucción de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre». Proverbios 1: 8
Respeto a Los padres Sentir vergüenza es la manera que nuestra mente de indicarnos que hicimos algo mal. Y si te has fijado, nuestro cuerpo también reacciona cuando sentimos vergüenza. ¿Cómo? Haciendo que nuestro rostro se ponga colorado. Así, todo el mundo se da cuenta de que algo nos da vergüenza. ¿Será que tiene algo de bueno sentir vergüenza? ¿Qué quiere lograr Dios en nuestras vidas al hacernos sentir vergüenza? Muy sencillo: que nos arrepintamos y no volvamos a hacer aquello que hicimos mal.
El sentimiento de vergüenza no existía en el huerto del Edén, cuando Dios creó al ser humano. Adán y Eva no tuvieron vergüenza hasta después del pecado, cuando desobedecieron. Precisamente por eso, porque sintieron vergüenza de haber desobedecido a Dios, se escondieron de él. Pero no se escondieron para jugar a las escondidas, sino porque les daba pena que él los viera y descubriera en sus rostros que habían hecho algo malo.
Una vez, un niño de tu edad llamado Franco, sacó dinero de la billetera de mamá para comprar un juguete sin que ella lo supiera. Cuando mamá notó que faltaba dinero, preguntó quién lo había agarrado. Franco se puso colorado y así su mamá lo descubrió. Sin embargo, al igual que Dios, nuestros padres nos aman y quieren ayudarnos.
Tú también puedes confiar en papá y mamá. Ellos quieren lo mejor para ti. «Atiende la instrucción de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre» (Proverbios 1:8).
Desafío: Puedes dibujar en este espacio a tu familia.
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