Se trata de un polvo blancuzco, casi imperceptible ante la mirada de las víctimas y el mejor aliado de la delincuencia. Conocido por la ciencia como escopolamina y popularmente como burundanga o aliento del diablo, esta droga ha permitido que se cometan un sinfín de delitos.
Sin embargo, la escopolamina era utilizada originariamente por chamanes y brujos de América. Existen referencias medicinales en el Antiguo Egipto el uso de esta sustancia y, en el mundo de la medicina, ha sido investigado por su característica terapéutica.
El poder de este químico es tal que, en las manos equivocadas ocurren desgracias.
Este hipnógeno se absorbe fácilmente en el tracto gastrointestinal. Con más frecuencia se administra a las víctimas de ilícitos a través de dulces, chocolates, gaseosas, café y licores. Asimismo, puede ser absorbida vía inhalatoria a través de cigarrillos o por la piel con la aplicación de parches en un tiempo prolongado.
Trompeta de ángel o floripondio es el nombre con el que se conoce a los capullos de flor que resguardan esta sustancia alucinógena. Los efectos de esta planta comienzan entre 15 a 30 minutos después del consumo y pueden durar hasta 72 horas.
Efectos en el organismo
La escopolamina daña el sistema nervioso, lo sobreactiva y altera organismo impidiendo que funcione de manera correcta. Además, provoca vómitos, somnolencia, alucinaciones, agitación, delirios, convulsión y, en casos extremos, puede desembocar en un coma o incluso la muerte.
El aliento del diablo inhibe la segregación de neurotransmisores, que son los encargados de regular la motricidad. “De esa manera uno de los neurotransmisores más comunes sintetizan es la serotonina y cuando se consume la escopolamina esta inhibe su producción”, explica para La Nación el tóxologo Carlos Valdés.
Según reportes de la Fiscalía el año pasado en Guayaquil, Durán y Samborondón hubo más de mil casos donde se utilizó esta sustancia para delinquir.
El Ministerio del Interior , a través de su sitio web, recomienda siempre fijarse en las bebidas que se pide, estar en grupo para ahuyentar a posibles ladrones, tomar taxis de cooperativas y evitar a individuos que se acerquen con la excusa de preguntar una dirección o solicitando que les lean un papel.