La estudiante de comunicación social de la Universidad Salesiana, Valeria D. (nombre protegido), de 34 años, vivió una pesadilla la noche del pasado martes 15 de enero del 2019 cuando fue víctima de un asalto violento en el sector de Ponciano, norte de Quito.
Eran más de las 21:00 cuando ingresaba a su casa y fue abordada en la calle por dos desconocidos, quienes trataron de subirle a un vehículo amarillo. Forcejeó con ellos, gritó y finalmente se llevaron sus pertenencias.
A continuación su testimonio: «Salí de clases tipo 20:15 y llegué una hora después al sector en donde se encuentra mi vivienda, atrás del estadio de Liga Deportiva Universitaria, en donde es desolado en horas de la noche, no hay gente en la calle.
La Policía casi no circula por allí. A 20 pasos de arribar a mi casa, observé un carro que se acercaba. Al llegar al portón de entrada, vi que el taxi se parqueó, nadie se bajó, y no le tomé importancia. Pensé que era un vecino que había llegado y le pagaba la carrera al chofer.
Mientras buscaba las llaves en mi cartera, me tomaron de la cintura y comenzaron a arrastrarme en la calle para subirme al taxi. Me asusté, grité muy fuerte y comencé a forcejear con ellos para soltarme. En esos momentos yo vestía una chompa bastante gruesa, logré abrir el cierre y me escapé de los brazos de uno de esos hombres.
Entonces, volví a gritar ¡auxilio! ¡auxilio! Corrí e ingresé en un terreno baldío ubicado junto a mi casa. Ellos me siguieron y uno de los hombres comenzó a amenazarme, dijo que si yo continuaba gritando me iba a matar. Luego, me quedé callada. Otro hombre dijo: «quítale las cosas y vámonos». Solté mi cartera y ellos huyeron en precipitada carrera.
Grité nuevamente para pedir ayuda. Los moradores del barrio me escucharon, pero no alcanzaron a salir rápidamente. Uno me ayudó justo cuando los delincuentes se fueron en un carro amarillo. Solo recuerdo que la placa era PBJ y de color blanco con números negros. Enseguida acudí a la Policía, pero allí me dijeron que debía darles todas las referencias del taxi como el modelo y número de placas.
Es difícil ver eso, pues en esos momentos me iban a secuestrar. Yo corrí para salvar mi vida. No me ayudaron, en la Policía me dijeron que debo pedir videos a la casa contigua a la mía, pero lamentablemente la cámara no enfoca al punto en donde ocurrieron los hechos.
Estoy muy asustada, mi hermano me va a recoger todas las noches a la parada. Esa noche me arrastraron hasta la mitad de la calle, forcejeé con ellos, logré zafarme y corrí. Desconozco las causas por las que trataron de subirme al taxi. Tal vez pensaron que llevaba una computadora portátil y tarjetas.
Finalmente se llevaron mis libros de inglés, USD 15, mi celular y mis documentos».