Que la fe del cristiano está basada en la resurrección de Cristo no se limita únicamente a la crucifixión, y por ello hoy, Domingo de Pascua, es la fiesta más importante del año litúrgico. Como tal, el fervor religioso y el compromiso con Dios deben sentirse en la Iglesia con más intensidad que el acompañamiento penitencial que caracteriza al Viernes Santo.
Esa es la reflexión del arzobispo de Guayaquil, monseñor Luis Cabrera, quien exhorta a la feligresía a no quedarse con la imagen del dolor de Jesús en la cruz, sino con la luz y esperanza que expandió su resurrección.
“Sobrecargamos demasiado el tema de la pasión, de la muerte. Y nos quedamos ahí: tristes, decepcionados, cansados. Hay que romper eso, de verdad”, refiere el líder de la Iglesia católica guayaquileña en alusión a la participación de los fieles en las actividades con que en las iglesias se conmemora este día.
En algunas parroquias eclesiásticas, durante las misas del Domingo de Ramos (que evoca la entrada de Jesús a Jerusalén y marca el inicio de la Semana Santa) los sacerdotes reflexionaron sobre el tema.
“Lo que se insiste es que el cristiano no solamente se quede en el lamento, sino que quede en un proceso que le transmita vida a los demás”, expresa el padre Ángel Villamizar, párroco de la iglesia del Cristo del Consuelo, una de las advocaciones de mayor connotación en estos tiempos en la urbe.
Fieles como Líricis Tigua, quien desde el 2012 acude ininterrumpidamente a la multitudinaria procesión que sale de Lizardo García y la A hacia el sector del Cisne 2, reconocen que el Domingo de Resurrección es una celebración que no se vive a plenitud como se conmemora el Viernes Santo.
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“Yo vengo el Viernes (Santo) a la procesión y los otros días ya no vengo. Eso sí es verdad, yo lo corroboro. No voy a mentir”, sostiene la mujer.
Ella, al igual que lo hicieron los sacerdotes en sus parroquias durante la Semana Mayor, menciona que muchas personas aprovechan los días de descanso a propósito de la fecha para el entretenimiento familiar, viajes, y no acatan el recogimiento espiritual y reflexión a la que llama la Iglesia.
“Quizás buscamos, por el Viernes Santo, cuando necesitamos a mi Dios nada más”, analiza Geovanny Bustos, un comerciante de oficio.
El padre Rómulo Aguilar, exrector de la Catedral y actual párroco de la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, sostiene que los signos sensibles como la muerte son captados fácilmente por el pueblo y por ello los actos de Viernes Santo congregan a miles de fieles.
Sin embargo, dice, dimensiones como la resurrección no corresponden a la categoría humana. El reto, afirma, es examinar la fe y reflexionar sobre cómo se la vive.