Como todos los días Luis T., se levantó de su cama a las 06:00 para empezar su día y esperar a que su profesor particular llegara a darle clases en su hogar, ya que hace casi dos años se cayó de un árbol de zapote.
Luis estuvo durante un año y dos meses aferrado a la cama de un hospital por la fractura que afectó su cabeza, por la cual tuvieron que cogerle 42 puntos tras caerse del árbol.
Su padre recuerda el día miércoles 15 de mayo, antes de que la tragedia pasara, el pequeño se alegró al ver que empezaba a llover y le pidió permiso para salir a jugar con sus amigos bajo la lluvia, algo inocente que todos en nuestra niñez hemos hecho.
Sus padres sentían miedo de que pudiera caerse nuevamente, por eso se encontraban observándolo desde la ventana de su vivienda, pero al verlo tan feliz y tranquilo se confiaron y lo dejaron de supervisar.
Mientras el menor jugaba con sus primos y amigos en el barrio Unidos por el Triunfo en el sector El Pantano, la lluvia empezaba a volverse más intensa, haciendo que las calles de la ciudad se inundaran.
Pero todo cambió en el momento cuando pateó una pelota y una de sus zapatillas se le salió y empezó a rodar hacia una esquina, el menor corrió a alcanzarla, pero cayó en una alcantarilla que estaba sin ninguna protección.
Uno de sus primos corrió desesperado hasta la casa de Luis para contarle a los padres que se había caído a la alcantarilla por coger la zapatilla, los padres salieron angustiados a socorrer a su hijo.
El padre metió la mano en la alcantarilla y logró percatarse de que su hijo estaba ahí, intentó sacarlo pero le resultaba complicado ya que «picorito» como le decían de cariño, estaba atrapado en un hueco con forma de L.
Al ver que sus intentos eran en vano, llamaron a la Policía y a los Bomberos quienes pudieron rescatarlo luego de 45 minutos. Alrededor de las 19:30 pudieron trasladarlo hasta el hospital, pero sólo pudieron certificar que el niño ya no tenía signos vitales.
