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martes, 26 noviembre, 2024

Wuhan recobra el pulso pero todavía con fuertes medidas de prevención

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Cada vez son más quienes se animan a pasear, hacer recados y consumir en las calles de esta urbe de 11 millones de habitantes que este miércoles recuperó su libertad tras más de dos meses completamente sellada.

En la calle Lihuangpi, que forma parte de la antigua concesión colonial de Hankou, un empleado acaba de subir la persiana de la cafetería en la que trabaja.

Adornada con motivos modernistas europeos, este café solía dar cobijo a miles de personas que lo abarrotaban hasta bien entrado el día.

Aunque el establecimiento no está oficialmente abierto, ya es posible entrar y tomarse algo dentro.

«Cuando todo vuelva a la normalidad, la gente volverá a consumir como de costumbre. Creo que la gente joven no tendrá traumas ni nada por el estilo, pero para la gente más mayor va a ser diferente», comenta el empleado.

Uno de sus clientes hoy es Joshua, un británico que vive en Wuhan y que se quedó encerrado en la ciudad durante los dos meses de confinamiento.

Ahora su comunidad de vecinos le permite salir dos horas cada día, momento que ha aprovechado para montar en bicicleta, airearse y tomarse un café en uno de sus sitios predilectos.

«He tenido suerte, la comunidad de vecinos en la que vivo ha sido muy amable conmigo, han estado pendientes de mí», relata a Efe tras pedir un cenicero y encenderse un cigarrillo.

Cuenta que ha sido muy duro estar aislado, lo cuál le llevó a la desesperación varias veces, en parte por ser el único extranjero en el edificio donde vive.

Antes de que la ciudad cerrase el pasado 23 de enero, él y su amiga china salían con el coche para tratar de comprender la situación: «Conducíamos cerca de los hospitales, no debíamos pero queríamos enterarnos. Uno de mis miedos era que no querría ir a ninguno. ¿Dónde iba a ir si tenía algún problema?», indica.

Videojuegos, libros y gimnasia casera fueron su salvación: «Quedarse sentado 23 horas al día no ayuda, desde luego. La clave era estar ocupado para no pensar en que no eras capaz de no hacer nada. El estrés de no poder salir, de no socializar es malo para cualquiera», añade.

«También ha habido cosas positivas. Este tiempo me ha hecho pensar en las cosas que quieres en tu vida y las que no», dice.

Joshua cree que su tiempo en Wuhan acabará pronto: «Llevo cinco años aquí y ha llegado la hora. La ciudad ha cambiado mucho en este tiempo, ha estado en construcción desde entonces. Mis planes pasan por estudiar un máster sobre negocios en Shanghái. Pekín ha puesto mucho dinero en Manchester, así que quizá las oportunidades estén ahí, en casa», reflexiona.

Cree que va a ser difícil para Wuhan: «Nadie querrá venir aquí. Hablo de extranjeros, por ejemplo, los que trabajan en centros de idiomas como yo. Para mí esto ahora es bueno. Doy clases por internet y me pagan 200 yuanes (unos 28 dólares) por media hora. ¡No hay nadie más que pueda hacerlo!», exclama con una sonrisa.

«La normalidad va a tardar en llegar aquí. Tengo amigos chinos que dicen que en las próximas semanas sólo van a salir para comprar algunas cosas», agrega.

REAPARECEN LOS ATASCOS EN LA CIUDAD

«Esta comunidad no tiene contagiados, pero eso no significa que haya cero riesgos. Prepare su código QR verde para usar el transporte público y mantenga la distancia social», explica un cartel azul sobre una de las vallas amarillas que todavía impiden que la gente salga de las comunidades de vecinos.

No obstante, algunas de estas vallas han abierto los candados y ya se puede ver a gente entrando por ellas pese a que oficialmente solo se puede acceder al complejo residencial por la puerta principal tras pasar el pertinente control de seguridad.

El tráfico también ha regresado en muchos puntos de la ciudad, como en la avenida Dazhilu, donde el trasiego de bicicletas, peatones y automóviles que no dejan de increparse unos a otros es ya habitual.

También han abierto las tiendas de las compañías de telefonía, donde la gente espera largas colas para poder hacer sus trámites, así como los puntos de venta de las tecnológicas Apple, Vivo o Huawei.

En una de ellas, un empleado sale del interior para colocar en primera plana el anuncio de un nuevo modelo de teléfono equipado para usar las redes 5G.

Otras personas simplemente pasean a sus perros, se toman fotos, piden comida para llevar o salen a caminar y hacer estiramientos por la Rivera que da al río Yangtsé, hasta hace unos pocos meses uno de los principales centros turísticos de la ciudad.

MÁS PASAJEROS EN EL TRANSPORTE URBANO

Hoy se ha conocido además que, durante el primer día de levantamiento de las restricciones en Wuhan, 620.000 pasajeros utilizaron el transporte público de la ciudad.

Según la agencia estatal de noticias Xinhua, la demanda de los servicios de autobús, barco, taxi y metro sufrió un incremento marcado durante el 8 de abril, tras 76 días de cuarentena.

Durante el mismo día, unos 52.000 pasajeros salieron de Wuhan en tren, avión o autobús, mientras que otras 31.000 entraron a la ciudad.

LAS ÚNICAS MUERTES, EN WUHAN

Por otra parte, la Comisión Nacional de Sanidad de China informó hoy, en su parte diario, de que solo se habían registrado dos muertes por la resultante neumonía COVID-19 en el país asiático, ambas certificadas en Wuhan, que también cuenta con 135 de los 176 pacientes que permanecen en estado grave identificados a nivel nacional.

El número de contagiados «activos» continúa descendiendo en China, donde quedan, según las cifras oficiales, 1.160 casos. A pesar de que el país diagnosticó 63 nuevos casos este miércoles (61 de ellos procedentes del extranjero), la tasa diaria de pacientes recuperados es mayor que la de nuevos positivos.

Así, el total en China desde el inicio de la pandemia es de 3.335 decesos entre los 81.865 infectados diagnosticados y 77.370 dados de alta tras haber superado la enfermedad.

EFE

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