El doctor Moisés David Mendoza Franco trabaja como médico especialista de primer nivel en los centros de salud La Isla, San Camilo, y parroquia Nicolás Infante Díaz del cantón Quevedo. Su labor fue más allá que en el ámbito hospitalario, fue “un enlace entre la comunidad y los servicios de salud”.
Mendoza contó que salvó a cerca de 95 personas diagnosticadas con Covid-19, donde lastimosamente vio morir a uno de ellos, un anciano de 99 años que no resistió el peligroso virus, pese a los esfuerzos y la atención que le brindó el especialista.
“Con mi especialidad hicimos ingresos y atención domiciliaria, colocaba vía intravenosa, se le administraba la medicina y se le monitoreaba con telemedicina”, indicó.
Su vehículo a veces hacía de ambulancia, cargaba oxígenos, camillas y todo tipo de insumos médicos para atender a los pacientes en sus domicilios cuando así lo requerían.
“Una experiencia fue al ver la primer paciente, la paciente cero de Babahoyo (…) cuando fui a verla por primera vez y se dieron los resultados, no lo niego, a pesar de que tenía conocimiento, me entró un pánico y un nerviosismo”, manifestó.
Pero ese temor se prolongó por varios días a inicios de la pandemia, contó que fue tan “desesperante y traumante como médico”, que había noches que no dormía o dormía sólo horas, por pensar que al día siguiente tenía que asistir a más pacientes.
Con el tiempo se llenó de valor y se protegió con la finalidad de no lastimar a su esposa, quien es enfermera y sus cuatro hijos. “Al llegar a la casa, no había esa parte amorosa, le decía a los niños que podíamos abrazarnos, fue difícil”, expresó. (EHL)
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