Lleva cuarenta y ocho años vendiendo periódicos en las calles de Quevedo, ahora está ubicada en una esquina de la Iglesia San José, entre 7 de Octubre y Sexta. Se trata de Rosario Jesús Bravo Castro, la segunda canilla más antigua de la ciudad.
El trabajo de esta mujer está marcado por la perseverancia y la lucha, se casó muy joven y con vendiendo periódicos ayudó a su esposo e hijos durante muchos años.
Comenzó cuando el periódico tenía buena demanda, era conocida por llevar las buenas y malas noticias, sin importar que ‘llueva, truene o relampaguee’. Vendía entre 300 a 1.500 periódicos.
Rosario cuenta que pasó por dos jefes, tuvo problemas con el primero porque pensó que se había sustraído un dinero, pero ella siguió adelante y consiguió un garante para continuar en el negocio.
“Don Aníbal me ayudó mucho y también me puse a vender loterías, él se enamoró de mi hija, se unieron y tuvieron hijos, recuerdo que dijo: ‘cuando me gane la lotería me regreso a mi tierra’ y se ganó la lotería”, contó.
La partida de su segundo jefe la desanimó porque ya no tenía garante, pero ‘Don Aníbal’ le dejó su negocio y fue así como ella pudo continuar por el cariño que se tenían.
Sin embargo, con el pasar el tiempo, las ventas han cambiado, antes podía viajar a Colombia y traer mercadería para vender en su pequeño bazar, pero ahora, la venta de periódicos sólo le alcanza para un almuerzo. La desaparición de algunos rotativos y la llegada de la era digital fueron las causas.
“Ahora está muy difícil, están los comisarios, los comandantes, se vienen a llevar las cosas, yo soy una mujer de años trabajando en este lugar, y ahora nos quieren impedir, les dije que a robar no podemos ir”, finalizó. (EHL)