Caminan por las calles de Quevedo con toda la familia completa: mamá, papá e hijos; hacen de los parques su lugar de descanso momentáneo y en los semáforos se sientan con letreros en busca de ayuda. Son ciudadanos extranjeros, en su gran mayoría venezolanos, que viven de la limosna diaria.
Hace dos semanas, la Municipalidad despejó las calles de los comerciantes para que los peatones puedan transitar libremente, pero algo es evidente, la mendicidad extranjera sigue allí y nadie puede hacer nada.
Juvenal Gómez es venezolano, en ese rato se encontraba en la avenida Walter Andrade, un lugar muy transitado, con sus dos pequeños hijos. Reveló que nadie de su familia quería migrar, pero la crisis los obligó.
Gómez trabajaba como operador de maquinarias en una empresa venezolana donde ganaba tres dólares mensuales, el dinero no les alcanzaba para nada, ni para comer.
“En Venezuela el dólar ya parece moneda oficial, pero no es estable, un día un supán puede costar $ 1,00 y al siguiente $ 3,00”, contó.
El año pasado le tocó retirarse de su trabajo y con la liquidación no le alcanzó ni para los pasajes para venirse a Ecuador. Ahora está en busca de otro empleo como lo ha conseguido su esposa, mientras tanto seguirá en las calles con sus hijos. (EHL)