El tráfico se paraliza. Se escuchan los galopes desde lejos: ‘tacatá, tacatá,’ tacatá’. Niños esperando ansiosos su llegada, vehículos apostados en la popular avenida José Joaquín de Olmedo…cautivos por lo que verán.
Al horizonte y en primera fila. Con camiseta blanca, jeans y un sombrero. Su característica sonrisa y saludo peculiar lo identifican. ¡Ahí viene! ¡Daniel Manobanda, el que manda! Montado en su caballo fino, paso a paso se acerca.
El hombre con sombrero y jeans, quevedeño de cepa y amante de los caballos es recibido con aplausos. Atrás, lo acompañan decenas de jinetes preparados para seducir con su garbo.
Manobanda quedó inmortalizado en fotos y videos en estas comparsas equinas que él organizaba cada año en la ciudad.
Pero a más de representar al montubio, era un gran empresario, que en tiempos de crisis generó plazas de empleo en el cantón.
Su rostro aparecía en cada obra social, ¿necesitaban medicinas? ¿comida? ¿financiar una ayuda? Allí estaba, nunca escatimó su corazón, y dio de más a quienes lo necesitaban.
‘A todo terreno’
Daniel Manobanda era hombre multifacético. Un día lo encontrabas sentado en su escritorio y al otro con sus botas de caucho en el campo.
Así lo querían y así lo recordarán. Humilde y con un generoso corazón.
Fue presidente de la Asociación Nacional de Exportadores e Industriales de Cacao del Ecuador (Anecacao), en la que gestionó capacitaciones y soluciones para el sector cacaotero.
Su sueño era convertirse en alcalde para el bien común de esta ciudad prospera.
Ahora sólo quedan los recuerdos, el legado de las empresas que ayudaron económicamente a cientos de familias, pero sobre todo su persona. (EHL)
