Sus dedos están gastados de tantos ‘pinchazos’ de agujas que ha recibido mientras remienda zapatos, sus ojos dejan entrever su cansancio de lunes a domingos en una esquina del centro de Quevedo. César Rodríguez puede pasar desapercibido, pero lo cierto es que su historia vida refleja amor y esfuerzo paternal como ningún otro.
Padre de 4 hijos menores de edad, tres de ellos se quedaron a su cargo luego de que la mamá decidiera dejarlos. ¿El motivo? Aún no lo sabe, pero resolvió seguir adelante solo. Cuenta que siempre ha sido un hombre humilde, su falta de estudio no le permitió conseguir un empleo.
Decidió aprender zapatería
Hace 15 años que se quedó solo y comenzó con la zapatería; sus hijos son el motor para levantarse todas las mañanas. Se ha pinchazo los dedos incontables veces y dice que con el ‘cemento de contacto’ se curó las heridas.
Todos en la esquina lo conocen y admiran su trabajo. “Los zapateros también lloran”, dijo Mauricio Martínez, comerciante, al referirse a la situación de crisis que estamos viviendo ahora.
Rodríguez comenta que con la zapatería sus hijos han podido terminar la escolaridad, pero ahora la situación es diferente, el negocio ya no es rentable y las restricciones los fines de semana lo dejan sin sustento. Personas prestan sus servicios y dejan abandonado el calzado, el tiempo y trabajo invertido queda en la nada. «Ellos también la están pasando mal», dijo.
Diariamente el hombre ganaba $ 40 dólares, ahora la cifra no llega ni a la mitad. Con el arrendatario de su hogar deberán llegar a un acuerdo, ya que adeuda tres meses de renta. El Municipio ya no les cobra el espacio público, no sabe por qué.
Frente a todo esto, no hay razones para no seguir adelante, sus hijos aseguran que se sienten bien con su papá, que son felices y están orgullosos de él.(I)