Sentados en una flamante banqueta a lo largo de la regenerada avenida 7 de Agosto estaban Omar Cedeño y José Vélez, junto a sus bicicletas, contemplando el panorama. Bellas mujeres y elegantes carros transitaban de un lado a otro, mientras se oculta el tibio sol de la tarde.
Habían salido temprano a trabajar y retornaban del centro comprando algunos enseres, pero decidieron hacer una parada para dialogar del crecimiento de la ciudad.
José Vélez es agricultor, llegó a este bello cantón en el año 1985, cuando Buena Fe todavía era una parroquia de Quevedo. Recuerda cómo eran las calles de polvorientas, y entre la abundante vegetación sobresalían algunas casas dispersas.
Con el sudor de su frente sacó adelante a sus dos hijos, quienes ahora son unos profesionales y parte del desarrollo buenafesino. Así es Buena Fe, aguerrido, ya que en 1992 consigue erguirse como un cantón más de Los Ríos, al ver la trascendencia de su crecimiento.
Esto cuenta Vélez, mientras las palomas arriban para anidar en las hojitas de los arbustos sembrados en la 7 de agosto. Sus mercados, abarrotes y calles señalizadas son testigos de su desarrollo.
Los buenafesinos ahora se congratulan con el desarrollo. Anhelan de todo corazón que el crecimiento no se detenga, como tampoco el embellecimiento de sus calles y edificaciones. (EHL)