GUAYAQUIL. “Te quiero mucha mamá, nunca lo olvides. Perdóname, voy a cambiar cuando salga de aquí”, fueron las últimas palabras de Víctor Barriga. Él fue una de la Personas Privadas de Libertad (PPL) asesinadas en la Penitenciaria de Guayaquil.
Su madre le respondió: “Lo se mijito, acá te espero, ya falta menos”, lamentablemente su progenitora respondió al día siguiente y el joven de 24 años no puedo leer su mensaje. Lo habían asesinado junto a 118 reos más.
Víctor murió en la masacre del 28 de septiembre. “Quería cambiar por su pequeña hija de 7 años”, aseguró su hermana. Según la información proporcionada por medios, el joven no era un delincuente, al parecer su único problema era la adicción por las drogas.
El 29 de diciembre de 2020, fue detenido con 7,2 gramos de marihuana y 4,6 de heroína. “Acepto que cometí un error; yo tenía esa droga para mi consumo”, reconoció Víctor en la audiencia. Lo sentenciaron a 20 meses de prisión por tráfico de sustancias, pero alcanzó a cumplir nueve en la Penitenciaría del Litoral.
La familia de Víctor cuestiona que en la cárcel no se separe a los presos según el grado de peligrosidad. Ahora una pequeña queda en la orfandad. (I)