LA MANÁ. César Chosing camina rápido, a sus 77 años de edad, quiere llegar puntual hasta las manifestaciones que se registran en estos días en el cantón La Maná, en la provincia de Cotopaxi.
Viene desde la comunidad San Francisco de Sarahuasi, perteneciente a la parroquia Chugchilán, en el cantón Sigchos, provincia de Cotopaxi.
Junto a él lleva un bolso color blanco donde carga una chompa, documentos personales y su flauta. En su cuello lleva colgado un cuerno de vaca que lentamente lo lleva a su boca y entona un sonido estridente tal como lo hacían sus antepasados en las profundidades de los cerros en la Sierra.
Aquel sonido forma parte de su comunicación, es un ritual, pero en este caso donde miles de ciudadanos protestan en las calles, es un sonido de guerra.
¿Por qué salió a las calles?
Chonsing es padre de nueve hijos, todos “estudiados”, como dice él, pero para que lograran sus objetivos de ser unos profesionales, le tocó “romperse el lomo” para darles alimentación, vivienda y educación.
Toda su vida laboró en el agro en su amado Sarahuasi, tierra que lo vio nacer y desde donde salió a otras ciudades para buscar el pan del día, dado a que la pobreza se agudizó.
Actualmente vive junto a uno de sus hijos y su nuera, pero aún no quiere ser “un viejo mantenido” por lo que ha salido a otras provincias, como Los Ríos, para ganarse el pan del día.
“Estoy aquí en las calles protestando contra la ley y decisiones que toma el presidente debido a que eso ya no me afectará a mí, sino a mis hijos y a mis nietos. Quiero un futuro mejor para ellos”, detalla Chonsig en medio de las manifestaciones donde un humo negro y espeso nos hacía de fondo.
Seguirá marchando y protestando porque espera que sus nueve hijos tengan una vida mejor, de mayores oportunidades y de un mayor número de derechos. (I)