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sábado, 23 noviembre, 2024

A cuidar la flora intestinal

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En el intestino humano, específicamente en el colon, habitan aproximadamente 100 billones de microorganismos vivos. Cada individuo posee una composición bacteriana única, determinada desde el nacimiento y los hábitos de la dieta. Se puede decir que equivale a una especie de huella dactilar personal.

Incluso, “se considera como un órgano adquirido y pesa aproximadamente dos kilogramos”, agrega el gastroenterólogo Jimmy Sigüencia. Este conjunto de bacterias se conoce en el lenguaje médico como microbiota. En términos comunes, se trata de la flora intestinal, esencial para la salud humana.

Entre sus funciones, dice Sigüencia, está fermentar la fibra vegetal, acción necesaria para absorber los nutrientes de esos alimentos; producir ácidos grasos, vitaminas D y K; favorecer la absorción y recuperación de calcio, hierro y magnesio. “También previene la invasión de microbios patógenos que ingerimos con los alimentos, actuando como barrera protectora”, puntualiza el especialista.

¿Se destruye o se pierde?

Una alteración de estos microorganismos puede provocar hinchazón, estreñimiento, diarrea, flatulencia, lo cual a su vez son señales de alarma para otras enfermedades. Según un reporte de EFE, malos hábitos de vida inciden directamente en una perturbación de la flora bacteriana, entre ellos: abuso de tóxicos como tabaco o drogas, el estrés, escasez de actividad física y, sobre todo, una dieta pobre en fibra y probióticos y rica en grasas.

La flora intestinal igualmente se destruye cuando se administran antibióticos al organismo, señala el gastroenterólogo Sigüencia. De acuerdo con EFE, la ciencia investiga la relación de la flora intestinal con algunas enfermedades: desde alergias, enfermedad inflamatoria intestinal (EII), diarreas, hasta cáncer de colon y obesidad, que tienen que ver con el equilibrio macrobiótico.

Fibra al rescate

Para no alterar el equilibrio de estos microorganismos, el cuerpo requiere raciones diarias de fibra. El reporte de EFE Salud sugiere tres piezas de fruta y dos platos de verduras y hortalizas al día. Debe incluir legumbres, cereales integrales y probióticos, como yogures o leche fermentada.

Una dieta pobre en fibra provoca problemas de tránsito intestinal, molestias que acaban afectando a la calidad de vida, señala el informe. Los alimentos con alto contenido en fibra son:

Verduras. Alcachofas, guisantes, níscalos, judías verdes, coliflor, espinacas, remolacha.

Frutas. Aguacate, arándano, frambuesa, limón, mora, plátano, caqui, naranja.

Legumbres. Habas, alubias, soja, lentejas, garbanzos.

Cereales. Salvado de trigo, avena, pan integral, muesli.

Frutos secos. Avellana, cacahuete, castaña, pipas de girasol, nuez, anacardo.

Fruta desecada. Pasas, ciruelas, higos, dátiles.

Y los probióticos también

El concepto de los probióticos tiene un poco más de 100 años, es el tiempo que se viene estudiando su aplicación. Son organismos vivos de origen natural que, al ser ingeridos en dosis adecuadas, tienen efectos beneficiosos para el cuerpo.

La Organización Mundial de Gastroenterología (WGO) afirma que los probióticos ayudan a combatir a los agentes patógenos potenciales que ingresan al cuerpo, a mejorar el ambiente intestinal, reforzar la barrera intestinal, regular la inflamación intestinal y actuar ante provocaciones antigénicas (alergias).

“Se cree que estos fenómenos median la mayoría de los efectos beneficiosos, como reducir la incidencia y gravedad de la diarrea, lo que constituye la base de uno de los usos más ampliamente reconocidos de los probióticos”, señala la guía mundial de la WGO.

 

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