BABAHOYO. A los 13 años dejó de vender tomates y cebollas en la feria libre y se fue a la esquina de la calle Bolívar y General Barona, para ser parte de los lustrabotas de aquel lugar.
Alex Guillín gracias a esta actividad ha logrado sostener a su familia y construir una humilde morada para darle dignidad a todas sus dos hijas que ya son mayores de edad.
Actualmente, permanece en el mismo sitio y ha logrado afianzar una gran clientela, que van desde periodistas, políticos, abogados, docentes y alumnos.
«Gracias a Dios siempre me ha ido bien, aquí soy amigo de muchos clientes y siempre me pasan saludando, incluso, me traen hasta de comer», comentó.