“Las riquezas atraen a muchos amigos, pero del pobre hasta sus amigos se apartan” (Proverbios 19:4).
Noemí fue una mujer que tuvo que padecer grandes tragedias en poco tiempo. Primero, perdió a su esposo y después, a sus dos hijos. La vida le cambió de la noche a la mañana. Por si fuera poco, su situación económica se tornó sumamente crítica. En aquellos años, las viudas estaban en el estrato más bajo de la sociedad. A eso hay que agregar que no faltaba quien sugiriera que tanta desventura en la vida de Noemí podía deberse a un castigo de Dios. Lo cierto es que ahora estaba sola, sin dinero, sin amigos y aislada de la sociedad. ¿A quién le iba interesar acercarse a una persona que había sufrido semejantes desgracias?
Cuando llegó el momento, Noemí despidió a sus nueras, Rut y Orfa. Ambas eran jóvenes y tenían la oportunidad de rehacer sus vidas. ¿Qué sentido tenía que siguieran a su lado? Así que, amablemente, las invitó a buscar nuevos horizontes. Orfa le tomó la palabra y se fue. Pero Rut no. Prefirió quedarse a su lado. A pesar de la insistencia de Noemí, la joven moabita decidió permanecer junto a su suegra. Sus palabras siguen siendo conmovedoras: “¡No me pidas que te deje y me aparte de ti! A dondequiera que tú vayas, iré yo; dondequiera que tú vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo, y allí quiero que me sepulten. Que el Señor me castigue, y más aún, si acaso llego a dejarte sola. ¡Solo la muerte nos podrá separar!” (Rut 1:16,17).
La vida de Noemí había impactado tanto a Rut que la joven no estuvo dispuesta a separarse de ella. La forma en la que aquella mujer vivía su fe y se refería al Dios de Israel daba mucha paz al corazón de la moabita. Había sido formada en una religión donde los dioses tenían degradantes rasgos humanos y donde se practicaban todo tipo de perversiones que lastimaban su corazón. Para ella, el Dios de Noemí era lo mejor que había escuchado. Aquella mujer era como un ángel en su vida. Juntas habrían de enfrentar con mayor fuerza los desafíos del futuro. Y así fue. Rut y Noemí regresaron a territorio hebreo, donde más adelante Rut se casó con Booz.
Nuestras vidas reflejan nuestras creencias. La forma en la que enfrentamos las tragedias de la vida revela nuestro carácter. Aun en esos momentos, podemos ser una poderosa influencia para transformar la vida de los demás.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
¡RENUÉVATE!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018