“Son muchas las ideas del corazón humano; solo el consejo del Señor permanece” (Proverbios 19:21).
Tomar decisiones no es nada fácil. Cuando eres joven hay
tres grandes decisiones que marcan el rumbo de la vida: qué vas a estudiar, en
qué vas a creer y con quién te vas a casar. En más de una ocasión, jóvenes de
ambos sexos me han preguntado al respecto cuando se hallan ante dichas
preguntas. También es cierto que mucha gente no sabe qué hacer con el libre
albedrío y deposita en otros la responsabilidad de elegir, desperdiciando así
el uso de una libertad por la que Jesús murió.
Cuando estudiaba el último año de teología en el seminario de Montemorelos
(México), tenía la ilusión de ir a servir como pastor al noroeste del país,
cerca de mi familia. Ya había imaginado mi vida por aquellas desérticas
tierras, incluso mi padre me había conseguido un coche adecuado a esos terrenos
para después de la graduación. Pero, finalmente, llegó el día en que los
líderes de la Unión del Norte nos citaron para informarnos a dónde iría cada
graduando. Me habían asignado la Ciudad de México. ¿Cómo? ¡No podía creerlo! Muy
pocos pastores estaban dispuestos a ser ministros en una urbe de más de veinte
millones de habitantes. Ni siquiera pude hacer un comentario. Agradecí el
llamamiento y lo acepté. Pero mi corazón estaba destrozado y un par de lágrimas
se deslizaron por mis mejillas. Aquella tarde informé a mi padre de que
nuestros planes se habían venido abajo.
Te confieso que durante varios años no entendí por qué Dios me había llevado a
la Ciudad de México. Pero este lugar, que en la televisión es presentado como
un sitio sumamente violento, se convirtió en un espacio que me brindó grandes
oportunidades en mi ministerio pastoral. Allí disfruté de muy buenas
universidades, bibliotecas, librerías, museos y un ambiente cultural
envidiable. En realidad, la Ciudad de México es una de las grandes capitales de
América Latina. Por si fuera poco, allí conocí a mi esposa. Hoy profeso un
profundo cariño a esta ciudad. Dios no se equivocó.
¿Hay alguna decisión que agobia tu mente? ¿No estás seguro si debes adquirir
esa deuda? ¿Te gustaría saber si debes mudarte a otro lugar? ¿Te sientes
inquieto por la incertidumbre? Dios tiene la respuesta. Dobla tus rodillas.
Dile lo que sientes. Él te responderá. Lo ha prometido. Confía en él. Te
aseguro que es mucho mejor seguir los planes de Dios que los tuyos. Aunque al
principio la situación parezca desconcertante, al final te darás cuenta de que
el Señor siempre tiene la mejor opción.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
¡RENUÉVATE!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018