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lunes, 25 noviembre, 2024

Dos mujeres, un camino

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«Sepan ustedes que cualquiera que hace volver al pecador de su mal camino, lo salva de la muerte y hace que muchos pecados sean perdonados». Santiago 5: 20

Viví muy de cerca una experiencia que muestra cómo Dios nos habla de muchas maneras. Una de esas maneras, aunque no la más frecuente ni la principal, es por medio de sueños.

En mi visitación ofreciendo estudios bíblicos, en una casa me encontré con dos señoritas, Silvia y Noemí. Tan pronto como hice el contacto amistoso les expliqué la razón de mi visita y les ofrecí el curso bíblico. Las dos aceptaron estudiar, pero fue Noemí quien mostró más interés.

Después de haber estudiado la Biblia iniciamos una serie de reuniones en el barrio. Noemí asistió, pero Silvia no. No dejé de orar por ellas, pedí al Espíritu Santo que tocara sus corazones.

Finalmente llegó la campaña de evangelismo público, cada noche invitaba a los asistentes a que aceptaran a Jesús como su Salvador personal. En la cuarta noche Noemí sintió la necesidad de aceptar a Jesús como su Salvador, pero algo la detuvo y no pasó al frente cuando hice el llamamiento.

La última noche de conferencias, al terminar, me contó algo impresionante. Había tenido un sueño, en él se vio junto a su hermana, ambas vestidas de novia, listas para la boda. Pero dos cosas en el sueño llamaron su atención: en primer lugar a ambas las esperaba un mismo novio, además para llegar a él tenían que pasar por debajo de una fuente de agua. Cuando ella terminó de contarme el sueño supe de inmediato su significado. Le dije: «Aquel novio no es más que Jesucristo, él te está llamando y quiere que tú y tu hermana le entreguen sus vidas y aquella fuente representa el bautismo, no pierdas esta oportunidad, Dios te llama».

Esa noche oré por ambas señoritas. Al otro día, cuando se celebrarían los bautismos, pedí al Señor que obrara un milagro. Cuando terminé de predicar, Noemí pidió ser bautizada, pero Silvia no. Una aceptó la invitación del novio mientras que la otra la rechazó.

Cada día tú y yo nos relacionamos con personas como Noemí y como Silvia. ¿Qué estamos haciendo por estas personas?

Hoy puede ser el día de la decisión de algún amigo o conocido. Permite que Dios te use para alcanzar a otras personas.

Carlos Escalante Mejía, México

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