Cuando dormimos nuestro organismo realiza funciones que implican gasto energético, puesto que en las horas de sueño, se regeneran tejidos y se ha de mantener la temperatura corporal, por ejemplo.
Desayunar es fundamental, pues los alimentos que tomamos por la mañana » activan» el metabolismo para que el cuerpo funcione de manera adecuada las siguientes horas en que se mantendrá despierto.
Hay estudios que demuestran que si no se toma un desayuno adecuado que cubra las necesidades de nuestro cuerpo, el deseo de consumir alimentos calóricos durante la mañana será mayor, por lo que también aumenta el riesgo de pasarse de la raya, ganando peso.
Un desayuno ideal debe contener:
Cereales. Proporcionan hidratos de carbono que aportan energía, vitaminas y minerales. Los cereales integrales aportan, además, fibra.
Lácteos. Contienen proteínas de calidad, calcio, vitaminas A y D, y vitaminas del grupo B (principalmente riboflavina o B2).
Frutas. Aportan hidratos de carbono, agua, vitaminas, minerales y fibra.
Proteínas. Jamón cocido o serrano, fiambres poco grasos (de pollo o pavo). Contienen proteínas de calidad para la construcción de tejidos y células.
Un ejemplo de desayuno «tipo»:
Una tostada de pan de centeno con un chorrito de aceite de oliva virgen y una loncha de jamón York o pechuga de pavo.
Un yogur natural desnatado con dos cucharadas de chía ( fuente de omega 3 y de fibra). Si no te apetece comer tanto, puedes prescindir de la tostada, tomar el jamón y añadir un plátano mediano al yogur con chía.
Un café sólo o con leche desnatada, o un té ( mi favorito es el té chai con especias y leche de soja).
A media mañana, puedes tomar una pieza de fruta.
Ya verás como el desayuno es un buen aliado para no ganar peso.
Ya lo dice el refrán:
«Desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo?.