Manuel Espinoza Cruz, es un artesano de 90 años de edad, oriundo del cantón Pujilí.Un ejemplo vivo de dedicación y amor por su oficio de zapatero, una pasión que ha marcado su vida desde muy joven.
Manuel aprendió los secretos de la fabricación de zapatos de su padre, continuando así con una tradición familiar que lo llevó a profundizar sus conocimientos en un almacén de calzado en Guayaquil, donde amplió su destreza en este arte.
La vida de Manuel dio un giro cuando, tras la partida de sus padres, se unió al servicio militar en Ambato, donde pasó un año en el batallón Pichincha.
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Fue durante este tiempo que el destino lo llevó a Quevedo, donde conoció a doña Irene Ahuyn, quien lo vio al salir del batallón y lo acogió en su hogar para trabajar en la venta de cacao.
Sin embargo, la pasión de Manuel por los zapatos era innegable, y pronto se dedicó por completo a su fabricación a finales de 1955.
Durante décadas, Manuel se dedicó a elaborar zapatos de cuero para los choferes de la transportadora Sucre, comenzando su jornada laboral a las 08:00 y extendiéndola hasta las 16:00. Sin embargo, con la llegada de la pandemia de coronavirus, se vio obligado a detener la producción de sus amados zapatos.
Hoy en día, a sus 90 años, Manuel sigue siendo una figura respetada en Quevedo, donde se dedica a reparar zapatos en la esquina de la calle 7 de Octubre y Cuarta. A pesar de los desafíos y los cambios en su vida, su pasión por los zapatos sigue siendo tan fuerte como siempre, recordándonos la importancia de seguir nuestros sueños y mantener viva la tradición.