El papa Francisco pidió este lunes «paz para Jerusalén y toda la Tierra Santa» y un «diálogo sereno» en Venezuela, al pronunciar su mensaje Urbi et Orbi de Navidad en la Plaza de San Pedro.
Ante unas 50.000 personas que escuchaban su tradicional discurso, el papa argentino dijo esperar que «prevalezca la voluntad de reanudar el diálogo» entre las partes implicadas para «alcanzar una solución negociada, que permita la coexistencia pacífica de dos Estados».
Tras la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reconocer la llamada Ciudad Santa como capital de Israel, el Franciso ya instó recientemente a «mantener el statu quo» de Jerusalén, conforme a las resoluciones de Naciones Unidas.
El controvertido anuncio, hecho el 6 de diciembre, ha provocado manifestaciones casi diarias en los Territorios Palestinos, y ensombreció las fiestas navideñas para los cristianos palestinos.
En su mensaje navideño, el papa Francisco también hizo alusión a Venezuela y pidió un «diálogo sereno».
«Confiamos Venezuela al Niño Jesús para que se pueda retomar un diálogo sereno entre los diversos componentes sociales por el bien de todo el querido pueblo venezolano», dijo el pontífice desde el balcón de la basílica de San Pedro.
El papa argentino también habló de los niños sirios, «marcados aún por la guerra que ha ensangrentado ese país en estos años», esperando que Siria se comprometerá a «reconstruir el tejido social con independencia de la etnia o religión».
También hizo hincapié en los niños de Irak, un país que «todavía sigue herido y dividido por las hostilidades» de estos últimos quince años, y los de Yemen, «donde existe un conflicto en gran parte olvidado».
En referencia a la situación entre Corea del Norte y Corea del Sur, Bergoglio instó a rezar «para que en la península coreana se superen los antagonismos y aumente la confianza mutua por el bien de todo el mundo».
Francisco también tuvo unos palabras para los migrantes, un tema que ya abordó en su homilía de Nochebuena, la víspera.
«Vemos a Jesús en tantos niños obligados a abandonar sus países, a viajar solos en condiciones inhumanas, siendo fácil presa para los traficantes de personas», afirmó.
Entretanto, en Belén, en Cisjordania, territorio palestino ocupado por Israel, la misa de medianoche tampoco escapó a las tensiones del momento en la región.
Pierbattista Pizzaballa, uno de los más altos dignatarios católicos en Oriente Medio, quien celebró la misa, alentó a los cristianos «preocupados y quizás asustados ante la disminución de (su) cantidad», en una región en pleno tumulto.
También se desvió de su discurso previsto para criticar la decisión unilateral de Trump de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, decisión que fue imitada este domingo por Guatemala.
El presidente de Guatemala, Jimmy Morales, anunció la víspera el traslado de la embajada en Israel a Jerusalén, al consolidar el apoyo a Estados Unidos a pesar de la condena en la Asamblea General de la ONU, convirtiéndose en el primer país en anunciar esa decisión.
«He girado instrucciones a la canciller (guatemalteca Sandra Jovel) para que inicie las coordinaciones respectivas para que así sea», escribió el mandatario en su cuenta de Facebook y replicada por la oficina de prensa de presidencia.
Morales hizo el anuncio al informar en sus redes sociales sobre una conversación que sostuvo con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a quien le prometió el traslado de la sede diplomática guatemalteca de Tel Aviv a Jerusalén.
Guatemala junto a Honduras, Togo, Micronesia, Nauru, Palau y las Islas Marshall se alinearon con Washington e Israel para rechazar la condena de la ONU.
De los 193 países que conforman la asamblea, 128 votaron a favor de la resolución, entre ellos numerosos aliados de Washington, como Francia y Reino Unido.
La polémica determinación del presidente Trump ensombrece la paz en Medio Oriente y provocó tensiones entre israelíes y palestinos, quienes se congratularon por la abrumadora mayoría de países que condenaron el reconocimiento unilateral de Estados Unidos sobre Jerusalén como capital del Estado judío.