“Si desde niño el amo consiente al siervo, al final el siervo será su amo” (Proverbios 29:21).
En 1749, la Academia de Dijón, en Francia, ofreció un premio
al mejor ensayo sobre un interesante tema: “¿Ha contribuido el progreso de las
artes y de las ciencias a la corrupción o a la purificación de la moral?” El ganador
del concurso fue Juan Jacobo Rousseau, quien a través de su ensayo “sostenía
que las artes y las ciencias habían llevado a la corrupción de la moral” (Bowen
y Hob- son, Teorías de la educación, México: Limusa, 1997, p. 121). Las
declaraciones de Rousseau sacudieron a la sociedad francesa. Posteriormente,
este hombre modificaría las perspectivas pedagógicas de la época y escribiría
en 1762 su principal obra: Emilio. En sus escritos cuestionaba severamente la
educación tradicional acusándola de ser uno de los principales factores de la
infelicidad humana.
La educación tiene una importancia fundamental en el destino de los pueblos.
Equivocarnos en esta cuestión acarrea serias consecuencias negativas, entre
ellas, la mencionada por el versículo de este día: ser gobernados por los menos
competentes. Pero todo comienza cuando consentimos someternos a las órdenes de
un niño quien, a través de sus berrinches, rabietas o lloriqueos, empieza a
asumir el liderazgo de una casa o una escuela para imponer sus directrices. En
el futuro, ese niño se convertirá en un adulto que utilizará la manipulación
para someter a su cónyuge, sus amigos, sus compañeros de trabajo y hasta sus
hermanos en la fe, a su voluntad, bajo la amenaza de armar algún tipo de
escándalo si no se siguen sus indicaciones.
Elena de White dice al respecto: “Cada niño que no es disciplinado
cuidadosamente y con oración, será desdichado en este tiempo de prueba y
formará tales rasgos desagradables de carácter, que el Señor no podrá unirlo
con su familia celestial. Hay una enorme carga que debe ser llevada a lo largo
de toda la vida de un niño malcriado. En las pruebas, en los desengaños, en la
tentación, seguirá su propia voluntad indisciplinada y desencaminada. Los niños
a los que se les permite que hagan lo que quieren, no son felices. El corazón
rebelde no tiene dentro de sí los elementos de paz y satisfacción. Deben
disciplinarse la mente y el corazón y ponerse bajo la debida restricción a fin
de que armonice el carácter con las sabias leyes que gobiernan nuestro ser. La
inquietud y el descontento son los frutos de la complacencia y el egoísmo”
(Conducción del niño, p. 199).
Pide hoy al Señor que te ayude a respetar a quienes tienen autoridad.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
¡RENUÉVATE!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018