CHILE. El anuncio de su muerte fue recibido con bocinazos y una concentración en el centro de Santiago. «No hay mal que dure cien años», rezaba el titular de un medio de comunicación online de izquierdas.
En las redes sociales se podía ver la animosidad de muchos chilenos hacia la viuda del dictador: «La vieja ha muerto», escribían algunos celebrando la noticia. Pero ella «no ha pagado por lo que hizo», añaden otros.
Lucía Hiriart venía de una familia burguesa y se casó con Augusto Pinochet cuando éste era un simple militar. En sus memorias, escribe que ella le instó a participar en el golpe de Estado de 1973 contra el presidente socialista Salvador Allende.
En 17 años, la dictadura dejó casi 3.200 muertos o desaparecidos. Más de 40.000 personas fueron detenidas o torturadas.
Tras la vuelta a la democracia, la pareja fue acusada de malversación de fondos. Se descubrieron varios millones de dólares en las cuentas secretas del ex dictador en el extranjero. Lucía Hiriart está acusada de haber vendido en beneficio propio un centenar de edificios y terrenos que habían sido donados por el régimen a la fundación que dirigía.
La muerte de Hiriart se produce en un momento en el que Chile se encuentra en pleno proceso de redacción de una nueva Constitución, que podría sustituir al actual texto heredado de la dictadura. Pero también en medio de las elecciones presidenciales del domingo, cuyo resultado es incierto.
El dictador Augusto Pinochet murió en 2006, sin haber sido juzgado por los crímenes de la dictadura ni por los casos de corrupción que le conciernen. Murió el día del cumpleaños de Lucía Hiriart, el 10 de diciembre.