En las animadas calles de Mocache, entre los aromas tentadores de hornado de chancho y corviches frescos, se encuentra Flor María Triviño, una comerciante cuya pasión por la cocina ha unido a la comunidad durante casi tres décadas. Con una sonrisa cálida y manos hábiles, Flor ha dedicado su vida a ofrecer delicias culinarias que no solo satisfacen el paladar, sino que también alimentan el alma.
El negocio de Flor es mucho más que una simple venta de comida; es un legado familiar que se remonta a más de cuatro décadas. Heredando el comercio de su padre, Flor ha continuado la tradición con amor y dedicación, convirtiéndose en un pilar de la comunidad durante los 28 años que Mocache ha sido cantonizado.
Desde las primeras horas de la mañana, el bullicio comienza en el hogar de Flor, donde se preparan los ingredientes frescos para dar vida a sus exquisitos platos. Con la ayuda de su hija y su esposo, Flor se sumerge en la tarea de satisfacer los deseos culinarios de sus clientes, quienes llegan de todas partes del cantón para disfrutar de sus creaciones.
Entre las especialidades que vende se encuentran los corviches, cuya demanda nunca disminuye. Cada día, con esmero y pasión, prepara alrededor de 100 de estos bocados deliciosos, que se han convertido en el favorito indiscutible de los mocachenses
Pero su hornado de chancho no se queda atrás, con un toque especial de sazón casera y acompañado de una variedad de guarniciones frescas y sabrosas que hacen que cada bocado sea una experiencia inolvidable.
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Pero el verdadero legado de Flor va más allá de sus habilidades culinarias. Gracias al éxito de su negocio, ha podido brindar educación a sus hijos, logrando que uno de ellos se convierta en ingeniero y que el resto continúen sus estudios de bachillerato. Su sacrificio y dedicación no solo han alimentado a la comunidad, sino que también han sembrado las semillas del futuro, inspirando a las generaciones venideras a seguir sus sueños y alcanzar sus metas.
Flor María Triviño ha tocado los corazones de todos los que tienen el privilegio de probar sus creaciones, desde los funcionarios del GAD-Municipal hasta los clientes de otros cantones. Su negocio es más que un lugar de venta; es un símbolo de tradición, amor y generosidad que ha unido a Mocache durante 28 años y seguirá haciéndolo durante muchos más.