Este fin de semana, las redes sociales se inundaron de imágenes al estilo Studio Ghibli, creadas con inteligencia artificial. Un fenómeno que, si bien fascinante, nos recuerda el creciente impacto ambiental de estas tecnologías, con su alto consumo de energía y agua.
En paralelo, Bill Gates, figura clave en la revolución digital, en una última entrevista ha reflexionado sobre el futuro.
Durante sus recientes intervenciones, Gates ha planteado una visión que despierta tanto asombro como inquietud: la inteligencia artificial podría hacer innecesaria la intervención humana en la mayoría de las tareas en un plazo de diez años.
Gates imagina un futuro donde la «inteligencia gratuita» estará al alcance de todos, democratizando el acceso a conocimientos y habilidades especializadas.
Esto podría revolucionar campos como la educación y la medicina, donde la IA podría actuar como tutores personalizados o realizar diagnósticos médicos con una precisión sin precedentes.
Sin embargo, esta visión no está exenta de desafíos. Mustafa Suleyman, también desde Microsoft, advierte sobre el potencial de la IA para desplazar trabajadores y rediseñar industrias enteras. La pregunta que surge es: ¿cómo navegaremos esta transición hacia un mundo donde el trabajo humano podría ser cada vez menos necesario?
Gates reconoce que, si bien la IA tiene el potencial de democratizar la excelencia, también plantea riesgos éticos y sociales.