BABAHOYO. Las riadas en la vía Babahoyo -Jujan, hacen buscar otras alternativas a los habitantes de la parroquia Pimocha. Ángel León es un mecánico de motos que tiene su taller en el cruce de Ecuavegetal. Allí, ha construido una casa, en donde pasa la noche para atender a sus clientes, que entran y salen desde la madrugada a varios recintos de Pimocha.
Sin embargo, no todo es color de rosas, con la inundación tiene que abandonar su trabajo y buscar otra manera de llevar el sustento a su domicilio. En efecto, la zona donde el labora, se inunda con las riadas que se forman sobre la vía Panamericana con las inundaciones.
En ese tramo de la vía Babahoyo – Jujan, circula una gran cantidad de vehículos a diario que se ven afectados al intentar cruzar cuando el nivel de agua incrementa.
Esta es una de las opciones que todos los agricultores toman para ganarse unos dólares al empujar los vehículos de un lado a otro.
Algunos conductores no desean el servicio, pero al medio tramo cuando el motor no responde, se convierten en clientes y suelen pagar más por el trabajo. Además, deben esperar hasta que el motor vuelva a encender.
Al igual que él, Javier Sarabia, tiene una vulcanizadora que ya está en medio del manantial que se forma por las riadas en la vía Babahoyo – Jujan. «Ya no podemos seguir trabajando. Tenemos que meternos al agua y empujar los carros para ganarnos algo en el día. Aquí pasamos casi un mes o más sin poder trabajar en lo que sabemos», refirió Sarabia, quien pidió ayuda a las autoridades.
Sectores afectados con invierno
Las últimas lluvias del feriado pasado dieron el giro a la temporada invernal, fue en esos días que el nivel del agua creció de forma desmedida. La altura en el río Babahoyo es de 6.05 sobre el nivel del mar, según el reporte de La Empresa Pública de Saneamiento Ambiental de Babahoyo. Esto hace que los habitantes de recintos como La Tranca, El Porvenir, La Fortuna, La Carmela entre otros son los más afectados.
Elizabeth Vera vive en El Porvenir. Sostiene que salió de compras con su esposo para el aprovisionamiento de víveres por varios días.
«En la mañana que salimos aún no había agua y la sorpresa que ahora tenemos que sacarnos los zapatos para poder entrar» señaló Vera.