Concientizar a los pueblos del mundo sobre el problema alimentario fue una de las razones que motivó a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) a designar el 16 de octubre de cada año como el Día Mundial de la Alimentación, una fecha que conmemora la solidaridad entre naciones en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza.
El organismo ha propuesto 17 metas para un desarrollo sustentable de los países hasta 2050. Cada uno de los desafíos es abordado como un tema por año. ‘Hambre Cero’ es el reto elegido por la FAO para 2018, cuyo propósito es replantear la forma en que se produce, comparte y consume comida como una forma de combatir el problema alimentario.
Liliana Martínez Lomelí, investigadora en Sociología de la Alimentación, menciona que este reto involucra a todos los actores de las cadenas de consumo. “No solamente hay que pensar en fondos monetarios, ni en apoyos institucionales – que son importantes- sino también en las condiciones sociales en las que los alimentos son producidos”, agregó.
La malnutrición es uno de los problemas que afectan a la región. En Ecuador, según cifras Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes (INN) de la Organización de Estados Americanos (OEA), el 23,9 % de la población de los menores entre 5 años sufren de cuadros de desnutrición crónica. El Ministerio de Salud Pública (MSP) detalla que uno de cada cuatro niños sufre de desnutrición, mientras que uno de cada diez adultos padece obesidad.
El desafío en el país, para 2030, es poner fin a todas las formas de malnutrición. El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) señala que hasta 2025 se deben cumplir las metas convenidas internacionalmente sobre el retraso del crecimiento y la emaciación (adelgazamiento patológico) de los niños menores de 5 años, y “abordar las necesidades de nutrición de las adolescentes, las mujeres embarazadas y lactantes y las personas de edad”.