“Con sus obras, el justo se gana la vida; con sus frutos, el impío se dedica a pecar” (Proverbios 10:16).
Joab fue uno de los hombres más importantes en la corte del rey David. Desde joven demostró capacidad, liderazgo y valentía en el ejército de Israel. Además, exhibió una marcada lealtad a David. Fue así como el monarca hebreo lo nombró general de las fuerzas armadas. Joab llegó a ser sumamente poderoso. No obstante, el relato bíblico deja ver que este hombre, en realidad, era todo un político que no tenía escrúpulos cuando se trataba de conservar su puesto de trabajo y sus privilegios personales. Por si fuera poco, poseía información comprometedora sobre el monarca que lo había hecho intocable. Sí, tal vez había guardado cuidadosamente aquella carta escrita por David dándole instrucciones para deshacerse de lirias, esposo de Betsabé. ¿Te imaginas? Ni siquiera tenía que hablar del tema. Podía hacer y deshacer a su antojo. Sabía que el rey no iba a tocarlo.
El general del ejército había sabido tejer una telaraña de intrigas para proteger su trabajo. Y cuando alguien pareció amenazar su puesto, no le importó destruirlo, como fue el caso de Abner y Amasa, ambos asesinados cobardemente por Joab. Pero David ya no tenía autoridad para detenerlo. Joab tenía tanto poder que ni siquiera obedecía las órdenes del rey dadas en público, como en el caso de respetar la vida de su hijo, durante la rebelión de Absalón. Incluso llegó al punto de organizar la sucesión del rey apoyando abiertamente a Adonías, uno de los hijos de David. Lo anterior aceleró la llegada de Salomón al trono. Una vez más, Joab no recibió ningún tipo de sanción.
David miraba a Joab con una gran impotencia. Pero antes de morir, el rey le pidió lo siguiente a Salomón: “Tú bien sabes lo que me hizo Joab hijo de Seruyá, y lo que hizo con Abner hijo de Ner, y con Amasa hijo de Jéter. Los mató, y con ello desató una guerra sangrienta en tiempos de paz, con lo que se manchó de sangre de la cabeza a los pies. Toma esto en cuenta, y haz lo que creas conveniente, pero no le permitas llegar a viejo y morir en paz” (1 Reyes 2:5, 6). Y así sucedió. Uno de los primeros actos del rey Salomón fue ordenar la muerte de Joab.
Las intrigas, los chismes y la información secreta no son un método para conservar un empleo. El hecho de que a algunos les funcionen de manera temporal no significa que sean el camino a seguir. Tarde o temprano tendrán un final semejante al de Joab. El trabajo bien hecho es la mejor carta de presentación.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
¡RENUÉVATE!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018