Kamala Harris deja sentado que ella fue la triunfadora en el debate contra Donald Trump, en la noche más importante de su carrera política, Harris superó la prueba. Y con margen de sobra.
Tras un arranque en el que se la vio tensa, un tanto nerviosa, Harris dominó el debate, marcó el tono y el ritmo, guió la discusión y acorraló a Trump en casi todos los temas –trastabilló con la economía, donde aún muestra dificultades para enarbolar respuestas convincentes–, se mostró ágil, rápida de reflejos, mordaz, lo buscó hasta con su mirada y sus gestos, y desplegó una estrategia letal, minuciosamente preparada: sacar de quicio a Trump.
El debate entre Harris y Trump ofreció otro momento crucial en unas elecciones presidenciales históricas en Estados Unidos, y le brindó a ambos candidatos quizá la última oportunidad para quebrar el virtual empate que marcan las encuestas en la carrera por la Casa Blanca.
Un día después, los demócratas festejaban con cautela, a puño cerrado, mientras los republicanos lamentaban una oportunidad perdida, un contraste que expuso el resultado del duelo.
El candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, y la candidata demócrata a la presidencia, Kamala Harris, participaron en un debate en ABC en el National Constitution Center, el martes 10 de septiembre de 2024, en Filadelfia.
El punto de quiebre llegó a la media hora, al hablar sobre inmigración. Es el tema predilecto de Trump, y un punto débil en el historial de Harris. Pero Harris pivoteó a otro tema, altamente sensible para Trump: sus rallies. Los criticó, dijo que eran aburridos, agotadores, y que Trump nunca hablaba de la gente. Una trampa, y un aguijón al corazón trumpista. Trump mordió el anzuelo, se desvió del tema, defendió sus mítines con frases oxidadas, y ya no hubo vuelta atrás.
Harris, muy preparada para su primer debate presidencial, terminó de hacer pie, encontró su ritmo, y de ahí en más golpeó cada vez que pudo con un repertorio de dardos, sin pausa. Trump nunca pudo desencajarla, nunca la puso a la defensiva: Harris pareció tener listo un ataque y un contraataque para cada tema, cada momento.
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Harris logró diferenciarse, marcó el contraste de visiones que buscaba, pero, por sobre todo, logró evitar que Trump la dejara mal parada, y la denostara ante los miles de indecisos que miraron el debate. Misión cumplida.