Hace 28 años, un rayo de esperanza iluminó los campos de la parroquia rural de La Esperanza, en el corazón del cantón Quevedo, provincia de Los Ríos. Fue un momento de celebración, un hito en la historia de esta tierra, marcado por la valentía y la determinación de sus hombres y mujeres.
La historia de la parroquialización de La Esperanza es un testimonio del poder de la comunidad y el liderazgo visionario. En el fragor de la lucha por su identidad política, Hugo Silva Hoyos, exalcalde de la Municipalidad de Quevedo, surgió como un faro de cambio. Con diligencia y perseverancia, logró llevar adelante la aprobación de la parroquialización en las sesiones de Concejo.
Pero el camino hacia la parroquialización no fue fácil. Requirió el respaldo de la comunidad, plasmado en 10 mil firmas que demostraron el anhelo colectivo de autonomía y desarrollo. Una vez obtenidos los documentos necesarios, el informe fue presentado al Consejo Provincial, en la administración de Óscar Llerena.
El 28 de febrero de 1996, dirigentes y autoridades riosenses, portando los documentos legalizados de la parroquialización, emprendieron un viaje histórico hacia la capital de la República. Su destino: el Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización (IERAC). Allí, con determinación y convicción, solicitaron la legalización del recinto La Esperanza como una de las dos parroquias rurales del cantón Quevedo.
Fue un momento trascendental cuando, finalmente, el 8 de mayo de 1996, el registro oficial emitió el veredicto esperado: La Esperanza fue reconocida como una entidad política plena, una comunidad con voz y voto en la construcción de su propio destino.
Desde entonces, cada año, La Esperanza celebra su aniversario como un recordatorio de su fuerza colectiva, de la capacidad de sus habitantes para forjar un futuro mejor. Esta tierra de hombres y mujeres valientes continúa tejiendo su historia, impulsada por el espíritu de superación y la determinación de alcanzar nuevas metas.
Que esta historia de lucha y triunfo sirva como inspiración para las generaciones venideras, recordándoles que con unidad, trabajo arduo y visión, cualquier sueño puede hacerse realidad. ¡Felices 28 años, La Esperanza! Que sigas siendo un faro de esperanza y progreso para todos los que llaman a esta tierra su hogar.