“El que retiene el castigo, aborrece a su hijo; el que lo ama, a tiempo lo corrige” (Proverbios 13:24).
La Universidad de Salamanca es la más antigua de España y
unas de las primeras que hubo en Europa. Hasta el día de hoy es una institución
educativa con un enorme prestigio y cuya biblioteca es de las más grandes de
todo el país. Un proverbio latino alude a dicha universidad en cuanto a los
alcances de la enseñanza: “Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta”.
Muchas veces se han interpretado estas palabras como si la falta de capacidad
intelectual fuera un asunto heredado, no obstante, el adagio también se puede
entender de otra manera: hay cosas que la universidad, por buena que sea, no
puede aportar, como la vocación, la inteligencia, la perseverancia y el
entusiasmo por aprender. Todo eso tiene que venir del estudiante. De modo que,
si cuenta con ello, aprovechará muy bien sus estudios superiores.
Lo cierto es que muchos estudiantes llegan a la escuela sin algunas virtudes
elementales que obstaculizan el proceso enseñanza-aprendizaje, las cuales
debieron haber aprendido en su casa. De ahí que también se puede aplicar el
antiguo proverbio al ambiente familiar en el que crece un futuro estudiante:
“Lo que la familia no da, la escuela no lo presta”. Mucha gente espera que la
escuela eduque a sus hijos tratando de librarse de una responsabilidad que
corresponde a la familia. Es en casa donde se deben incentivar las capacidades
intelectuales de los niños y avivar su desarrollo mental; es ahí donde se
adquieren valores como el respeto a la autoridad, la obediencia y el espíritu
de cooperación. Por supuesto, el hogar es el cuartel general donde los niños
debieran acudir a recargar energías, recibir estrategias y todo tipo de apoyo
para enfrentar la lucha por el conocimiento. Pero al carecer de dichas
virtudes, es muy probable que muchos niños y jóvenes no fructifiquen como se
esperaría durante su etapa estudiantil.
¿Pero qué se puede hacer si tu familia no te brindó tales virtudes y ahora,
hecho todo un estudiante, descubres que no las tienes? Aquí es donde entra el
poder de Dios. El Señor prometió enviarnos a un gran educador: “Pero cuando
venga el Espíritu de la verdad, él os guiará a toda la verdad, porque no
hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y os anunciará las
cosas por venir” (Juan 16:13). Sí, puede conducirnos a toda verdad en todos los
ámbitos del conocimiento.
Hoy abre tu corazón a la influencia del Espíritu Santo.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
¡RENUÉVATE!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018