Quevedo. En un día cualquiera del mes de marzo de 2024 donde el sol canicular caía sobre la ciudad de Quevedo un equipo de ALDIA se detuvo en la calle 7 de Octubre y Quinta.
Observar desde allí la ciudad es maravilloso, la gente caminando rápido para llegar hasta las entidades bancarias, el comercio deambulando rápido en las calles y aquellos que van en busca de refugio a la iglesia San José nos cautivó.
Sin embargo, lo que más nos llamó la atención fue ver a dos hombres trabajando en cajas de madera donde revelaban fotografías a blanco y negro.
Y es que Manuel y Galo Barahona se aferran a dejar morir su negocio en un mundo digitalizado.
Ambos son hermanos y llevan en esta profesión desde hace 40 años, con ello han logrado mantener a sus hijos y sacar adelante a su familia.
Su historia empieza en los años 1984 cuando Galo Barahona se animó a construir su propia caja de madera para de allí reproducir fotografías aprovechando la luz del sol, un poco después lo animó a su hermano Manuel a iniciar con este negocio.
Desde entonces se convirtieron en los eternos fotógrafos de Quevedo con cámaras de cajón.
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Así empezaron
Manuel, un hombre muy amistoso y risueño, indica que sigue desempeñando este oficio porque hoy en día resulta muy difícil encontrar un empleo.
Pese a que le resulta complicado encontrar el material necesario para realizar estas fotografías, por lo que importan los lentes y los rollos fotográficos desde Perú.
«Realizamos fotos a blanco y negro, pero también hacemos fotografías a color y digitales lo que el cliente desea» indica Manuel.
Con un poco de tristeza, Manuel cuenta que es padre de 6 hijos, pero ninguno siguió sus pasos, así que muriendo los hermanos Barahora, también muere este oficio que fue muy popular en el siglo XIX.