“El impío se enreda en sus labios pecadores, pero el justo logra salir del aprieto” (Proverbios 12:13).
En el verano de 144 d.C., Marción de Sínope (c. 110-160), un rico naviero cristiano convocó una reunión de líderes de la iglesia en Roma. En el encuentro, propuso un cambio fundamental en la posición de la iglesia hacia el judaismo bajo un extraño argumento: el Dios del Antiguo Testamento no era el mismo que el del Nuevo Testamento, por lo tanto, el cristianismo no tenía nada que ver con las creencias, los ritos y el Dios del judaismo. Incluso proponía que Jesús no había tenido vínculos directos con la divinidad israelita. Su estridente teología antisemita lo condujo a elaborar su propio canon de las Escrituras, en el que rechazó todos los textos del Antiguo Testamento y se quedó únicamente con diez epístolas del apóstol Pablo y el Evangelio de Lucas. Sin embargo, aun estos textos fueron editados por Marción, eliminando las alusiones a elementos judíos. Para el poderoso empresario, el judaismo era una religión que tenía una perspectiva corrompida de Dios.
Marción ejercía una enorme influencia en diversos sectores cristianos. Era un hombre elocuente en la oratoria, carismático y muy hábil para hacer negocios. A su lado, los líderes de la iglesia no parecían muy competentes. Además, a finales de la década de los 130 d.C. había hecho una significativa donación a la iglesia de nada menos que doscientos mil sestercios, es decir, unos cincuenta mil denarios, una enorme cantidad de dinero raras veces recibida por el cristianismo incipiente. Pronto sus ideas empezaron a afectar a los creyentes, hasta que, irritado porque los líderes eclesiásticos no aceptaban sus puntos de vista, Marción se marchó de la iglesia y formó su propia congregación. Al poco tiempo, los dirigentes cristianos le devolvieron el dinero que había dado para evitar malentendidos.
A lo largo de la historia del pueblo de Dios, ha habido personas que han considerado que sus ideas están por encima de las enseñanzas bíblicas. Incluso llegan a creer que su carisma, popularidad, abolengo, influencia o dinero, les dan derecho a imponer sus directrices en la iglesia. Como Marción, ganan algunos seguidores y, muchas veces, llegan a formar sus propios grupos desde donde atacan a sus antiguos hermanos. El apóstol Pablo dijo al respecto: “Yo sé bien que después de mi partida vendrán lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño” (Hechos 20:29).
Este día recuerda que la iglesia permanecerá hasta el final y “las puertas del Hades no podrán vencerla” (Mateo 16:18). Pide al Señor que te ayude a continuar siempre en sus filas.
Devoción matutina para jóvenes 2018
¡Renuévate!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018