“Cosechar en el verano es pensar con sensatez; dormirse en la cosecha es no tener vergüenza” (Proverbios 10:5).
Por fin había alcanzado la libertad económica. Su trabajo esforzado, el entusiasmo que imprimía a sus proyectos y su constante deseo de superación le habían dado muchos frutos. Ahora era un hombre muy rico. Le gustaba mirar de lejos sus graneros llenos del producto de la cosecha. Con una sonrisa en el rostro se daba cuenta de que había alcanzado todos sus objetivos y se felicitaba a sí mismo por ello. De pronto, una idea se cruzó por su cabeza: “¿Qué pasaría si duplicaras tu producción?” Sus ojos parecían dos botones de abrigo mientras la cabeza le daba vueltas. ¿Podría hacerlo? ¡Claro que podría! De inmediato, empezó a concebir un nuevo proyecto para financiar nuevos graneros y duplicar su producción. Por si fuera poco, preparó un plan de jubilación para disfrutar de sus rentas durante la vejez (Lucas 12:16-19). ¡Qué manera de organizar una vida laboral!
La parábola del rico insensato describe a un hombre entusiasmado con su trabajo, lleno de visión, emprendedor y ahorrador. ¿Conoces a alguien con estas características? ¡Es difícil que el éxito se le resista! No obstante, la Biblia lo presenta como un mal ejemplo. ¡No puede ser! ¿Acaso le falta algo? El relato bíblico afirma que cuando el hombre estaba en el mejor momento de su vida laboral, una noche Dios se le apareció y le dijo: “Necio, esta noche vienen a quitarte la vida; ¿y para quién será lo que has guardado?” (Lucas 12:20).
¿Acaso es malo trabajar con entusiasmo y dar lo mejor de uno mismo en el puesto de trabajo? Por supuesto que no. La vida laboral exitosa es parte del plan de Dios para sus hijos. ¿Cuál es el error de este hombre? Su problema no es el trabajo, sino la motivación que le mueve. Por eso, Jesús hace la siguiente advertencia: “¡Tened cuidado! -advirtió a la gente-. Absteneos de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes” (Lucas 12:15, NVI). Los seres humanos no valemos por lo que tenemos, sino por lo que somos.
Al rico insensato le falta el elemento básico del equilibrio laboral: la fe en Dios. El éxito puede resultar peligroso, incluso para los creyentes. El triunfador tiende a sentirse autosuficiente y poderoso, por lo que puede caer en el consumismo y el materialismo. Esto le ha sucedido a muchas sociedades que se han industrializado: la secularización ha acompañado a la bonanza económica.
Hoy pide al Señor que te ayude a adquirir una correcta filosofía del trabajo, de manera que puedas vivir y prosperar en este mundo para honra y gloria de su nombre.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
¡RENUÉVATE!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018