“El perezoso desea y nada consigue, pero el que es diligente será prosperado” (Proverbios 13:4).
Enzo Anselmo Ferrari nació en Módena (Italia) el 18 de febrero de 1898. A los diez años de edad su padre lo llevó junto con Dino, su hermano, a ver una carrera de coches. Ambos chicos se quedaron fascinados por los vehículos, los pilotos y el sonido de los motores. Los dos hermanos armaron un rústico coche de carreras para jugar con él en su casa. El padre observó que el entusiasmo de sus hijos por los coches iba en aumento, así que, cuando llegó el momento, los apoyó para que asistieran a una escuela de ingeniería mecánica.
Pero la Primera Guerra Mundial marcaría la vida de la familia. Dino tuvo que partir al frente de batalla y murió de fiebres tifoideas. El padre falleció en 1916. Ahora, Enzo se había quedado solo con su sueño de dedicarse a los coches. Así que, al terminar su servicio militar, después de un año, consiguió trabajo en una pequeña fábrica de coches. Ferrari consiguió un Alfa Romeo usado para competir en algunas carreras y llamó la atención de los ejecutivos de dicha empresa, quienes lo invitaron a trabajar para su escudería. Después de un tiempo como piloto de carreras de Alfa Romeo, Ferrari se convirtió en el encargado de las actividades de competición de la empresa. El 1° de febrero de 1929 inauguró la Escudería Ferrari, que con el tiempo llegaría a ser una de las marcas de coche más prestigiosas del mundo.
Nada fue sencillo para Enzo Ferrari. A lo largo de su vida tuvo que superar diversas tragedias, desde la muerte de sus seres queridos, como su hermano, su padre y su propio hijo, hasta la de algunos de sus apreciados pilotos. Además, le tocó vivir en momentos de gran inestabilidad política, como fueron las dos guerras mundiales que devastaron su país. Pero Ferrari tuvo el carácter suficiente para salir adelante y continuar con su proyecto. Debido a su arduo trabajo, la escudería Ferrari ha sido considerada como el mejor equipo de competición automovilística de la historia.
¿Hay hago que te haga ilusión? ¿Sueñas con ser un empresario, un ejecutivo o un científico? ¿Acaso te imaginas haciendo alguna aportación importante en uno de los ámbitos del conocimiento? ¡No te quedes con las ganas! Todo eso se puede hacer realidad. Lo cierto es que necesitarás suficiente valor para enfrentar los obstáculos que se presenten. La buena noticia está en Filipenses 4:13: “¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!”
Cuéntale hoy a Jesús tus sueños. Invítalo a ser parte de ellos.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
¡RENUÉVATE!
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018