El nuevo arzobispo de Quito y primado de Ecuador, monseñor Alfredo Espinosa, se mostró este lunes 29 de abril de 2019 dispuesto a colaborar con el alcalde electo de la ciudad, Jorge Yunda, en su intención de limitar a temas artísticos el uso de una plaza, en la que se desarrollan corridas de toros en la capital.
Tras declararse defensor de la vida en todos los sentidos, Espinosa dijo en una rueda de prensa que asistió una vez en su vida a una corrida de toros en la ciudad andina de Riobamba, tras lo cual dijo: «ni más».
Nacido en la cuidad costera de Guayaquil (suroeste), el sacerdote confesó que quedó impactado tras asistir a esa corrida de toros y declinó invitaciones posteriores a eventos de ese tipo.
«No soy partidario del maltrato a los animales, soy partidario y defensor de la vida», recalcó.
Hace dos semanas, Yunda envió una carta al alcalde de Quito, Mauricio Rodas, para solicitarle que termine el contrato actual de arrendamiento de la plaza de toros Belmonte de Quito con una firma taurina.
En la misiva, Yunda recordó que su plan de trabajo incluye la creación de programas de política pública para un manejo responsable en la fauna urbana a partir de campañas de concienciación en el respeto animal.
Además, la implementación en toda la ciudad, con énfasis en sectores populares, de programas y eventos de promoción cultural, que generen en Quito un «ambiente sano, amigable y pacífico».
Arzobispo apoya al nuevo alcalde
Durante la rueda de prensa, el sacerdote señaló que, si Yunda se lo pide, «indudablemente» le apoyará en su decisión en favor de los animales.
«Si me pidiera el apoyo el señor alcalde indudablemente que sí«, puntualizó al insistir en que él es «defensor de la vida».
Un referendo, impulsado por el anterior presidente Rafael Correa (2007-2017) y de aplicación municipal, despojó parcialmente a Ecuador de la fiesta taurina. De 204 municipios, la tradición de matar al toro solo sigue practicándose en 93, principalmente en los Andes.
La Feria «Jesús del Gran Poder», uno de los festejos más importantes del continente, que tenía lugar en la plaza monumental de Quito, fue su principal víctima y, aunque luego intentó seguir la tradición «a la portuguesa», tuvo muy poco tirón. EFE (I)