Quevedo. Son las 06:30 de la mañana de un día cualquiera y el parque de La Confraternidad luce lleno de ciudadanos, en su mayoría hombres de 30 años en adelante, quienes llevan palas, machetes, botas y otros artículos que les sirvan para prestar sus servicios ocasionales.
Sin embargo, entre más pasan las horas el parque va quedando vacío, algunos corrieron con suerte de conseguir un trabajo; otros se cansaron de esperar y se fueron; no obstante, el lugar registra un mal olor que afecta a quienes circulan cerca de él.
Cecilia Artiaga, una ama de casa, que hace expreso diario a sus dos hijos, asegura que pasar por este lugar en la mañana o a cualquier hora del día le causa estrés ya que la pestilencia le provoca nauseas constantes.
«Este parque está al ingreso de la vía a San Carlos y la vía a Valencia, en pleno corazón de la parroquia San Camilo, por lo cual a diario recibimos a una gran cantidad de ciudadanos y la pestilencia que emana este lugar solo aleja a los turistas», detalló Artiaga.
Y es que efectivamente en el lugar, ni en los alrededores, no existe un baño público que pueda ser utilizado por quienes acuden diariamente por lo que hacen sus necesidades biológicas a vista y paciencia de la ciudadanía.
«En horas de la tarde, cuando el sol arde con intensidad, los olores se expanden con más fuerza», revela uno de los habitantes de la zona, quien asegura que además, de los trabajadores que arriban al lugar, también existe la presencia de personas con problemas de alcohol quienes hasta pernoctan en el sitio.
«Es urgente que las autoridades hagan una intervención aquí ya que esta área recreacional debería ser ocupado por los niños y las familias«, dice Carmela Loor, quien hace un pedido al GAD-Municipal para que envíen un equipo a recuperar este espacio.
