A pesar de que la diligencia de reconstrucción de los hechos de la desaparición de la joven quiteña Juliana Campoverde fuera solicitada por sus propios abogados, el pastor evangélico Johnatan Carrillo se negó a último minuto a colaborar. Y lo hizo a último minuto cuando iba a recrear cómo él habría arrojado el cuerpo a la quebrada de bellavista de Bellavista, en el nororiente de Quito, tal como él mismo lo confesara a la Fiscalía.
Esta negativa representó la pérdida de toda una mañana de los únicos cinco días que venza el plazo que la Fiscalía tiene para recopilar pruebas de cargo y de descargo. Esto en el marco de la etapa de “instrucción fiscal” abierta en septiembre anterior en la que Carrillo ofreciera una “cooperación eficaz” o aportar información relevante a cambio de rebaja de pena tras ser detenido e ingresado a la cárcel de Latacunga.
Familiares de Juliana y de los abogados de Derechos Humanos que los apoyan reaccionaron con indignación al recordar que no es la primera vez que ofrece colaborar y que finalmente no lo hace: no respondió, por ejemplo, por qué buscó “escopolamina” en Internet.
“Una vez que Elizabeth (madre de Juliana) pidió que se haga con el peso adecuado (125 libras aproximadamente) él se dio cuenta que no iba a poder solo. Esto porque siempre hemos sostenido que al menos hubo una persona más que lo ayudo a cargar el cuerpo. Sus excusas son otras pero creo que al saber que iba a caer en una contradicción decidió acogerse al derecho al silencio”.
El domingo 30 de diciembre concluyen los 120 días que tiene la fiscal de este caso, Mayra Soria, para recabar pruebas y evidencias.
Desde el lunes la fiscal empezará a preparar su pedido de juicio contra Carrillo tras seis años de espera.